"Para mí, el sujeto de la foto es siempre más importante que la foto. Y más complejo"
Querida Diane:
Ayer fui a ver la extraordinaria muestra de más de cien fotos que sacaste entre 1956 y 1962. Yo llegaba a este mundo entre esos años a una casa humilde del conourbano bonaerense en 1958. Fui una nena a la que siempre le gustó el arte, y cuando podía sacaba fotos con una camarita rectangular. Por eso, hoy no puedo escribir una reseña como cualquier otra, prefiero escribirte esta carta.
Vos te llamabas Diane Nemerov, una neoyorkina hija de padres judíos dueños de una gran tienda en la Quinta Avenida. Te casaste a los 18 años y perdiste tu apellido para vestirte con el de tu hombre, un afamado fotógrafo. Trabajaste con él más de 10 años hasta que en 1956 empezaste a sacar tus propias fotos. Estas que tenemos el gran privilegio de ver en el Malba. ¡Qué ironía del destino que hoy vos seas la famosa!
La exposición en el Malba es muy íntima y hermosa. Es como adentrarse en un bosque de columnas grises en medio de una noche azul. Allí, bien separadas, una en cada columna están esas fotos sacadas en la ciudad de Nueva York. Hombres, mujeres, niños, ancianas... Lo raro, lo único, lo clandestino, lo que no queremos mirar. Fotos nítidas, en blanco y negro, contrastadas. Más reales que la vida en color.
El pequeño tamaño de las copias, con esa calidad insuperable de la impresión en gelatina de plata, invitan a acercarse para mirar sus detalles. La tenue y a la vez precisa iluminación es insuperable.
Me conmueven tus fotos, Diane, por la calidad artística pero sobre todo por la curiosidad sobre el ser humano que demuestran y por la valentía que subyace en ese acto de mirar a los ojos del retratado para ser su espejo eterno.
Todas esas personas retratadas quizás ya estén muertas. Los niños ya sean viejos. Pero vos los inmortalizaste en ese momento supremo en que te permitieron ver qué había dentro de ellos.
Tu obra sigue siendo transgresora. Ni siquiera Susan Sontang comprendió tu pulsión por retratar la belleza de lo extraño, lo monstruoso, lo discordante. Quizás eran expresiones tangibles de lo rechazado y oculto, espejos de tu alma mortificada. Te fuiste alejando cada vez más de la fotografía de Allan, esos retratos en los que los protagonistas eran la ropa de moda. A vos no te importaban los modelos sino las personas.
Los que se suicidan como vos a los 48 años generan mucho enigma a su alrededor. A mí no me importa tu muerte sino tu mirada. Seguiré conociéndote, recién entré a tu album infinito y seguiré explorándolo.
Te abrazo desde mi amor a la fotografía.
Con admiración.
Liliana Schwab
En el principio
14.07— 09.10.2017
Curador: Jeff L. Rosenheim
Sala 5, Nivel 2
Malba
Ver más información sobre la muestra aquí
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