Dicen que la poesía no se explica, tampoco intentaré explicar esta película que sin embargo no puede faltar en mi Razón del gusto. Hay mucho escrito sobre este film coreano (estrenado el año pasado en Argentina con el título edulcorado de "Poesía para el alma") dentro de lo cual recomiendo el bellísimo texto poético de Laura Esponda .
Si como dice el profesor del taller de poesía al que asiste Mija, la protagonista, "la poesía es el arte de mirar", y vivir con poesía es ver como si fuera por primera vez las cosas que nos rodean, la vida, nuestra vida, se trataría entonces del proceso de aprendizaje de la mirada. ¿Y de que otra cosa se trata el cine, entonces, esta pasión que comparto con muchos lectores de este blog?
Claro que cuando pensamos en poesía, se nos ocurre inspirarnos en la naturaleza armónica y bella de una flor, o de una manzana. Y eso intenta la protagonista: mirar como si fuera por primera vez un árbol, un durazno, una tímida florcita lila en un sendero campesino. Y Mi-ja sabe muy bien que la mirada construye, que su propia belleza depende de la mirada de los otros, por eso a su edad sigue siendo tan coqueta. Por eso, quizás, el recuerdo más feliz de su vida sea el de la mirada de su hermana mayor, que la vestía cuando era muy chiquita, la miraba con amor y le decía que era bella.
Pero no será allí donde Mi-ja encontrará la inspiración para su primer y último poema, sino en el dolor, la culpa y la vergüenza. Sentimientos que le llegan de afuera, a ella que es sensible en el medio de una sociedad anestesiada. Si nadie quiere hablar de lo importante, si el dinero reemplaza a la justicia, si todos prefieren mirar para otro lado, ella preferirá mirar. Mirar a los ojos del retrato de Agnes, espiar el laboratorio en el que su propio nieto y otros cinco adolescentes perpetraron la violación de la inocencia, ver con sus propios ojos ese puente y ese río, los del salto al vacío.
Por eso no es casual que prácticamente durante toda la película, Lee Chang- dong elija el punto de vista de esa mujer con la que vamos experimentando el proceso de aprendizaje de su mirada. Y al final el director nos sorprenda con esa otra mirada, la de la víctima y las voces de las dos mujeres se fusionen en una sola voz, en una sola materia que fluye entre las aguas puras y luminosas del puro devenir de la poesia.
El poema entregado junto a un ramo de flores, el de la alumna que se creía incapaz de escribir, es de una belleza estremecedora, a la cual uno necesita regresar una vez terminada la película. Por eso, acá va el texto del poema y el video para tentar a ver la película a quienes no la vieron y como regalo a quienes la atesoran en la retina y en el corazón.
Canción de Agnes, por Yang Mi-ja.
¿Cómo es allí?
¿Cómo de solitario?
¿Brilla rojo el atardecer?
¿Cantan los pájaros como cantan en el bosque?
¿Puede llegarte la carta que no me atreví a enviarte?
¿Puedo hacerte llegar la confesión que no me atreví a hacer?
¿Pasará el tiempo y se marchitarán las rosas?
¿Es tiempo ahora de decir adiós?
Como el viento que perdura y después se va,
como las sombras.
Por las promesas que no llegaron
por el amor sellado hasta el final
por la hierba que besa mis tobillos cansados
y por los pasos menudos que me siguen
es hora de decir adiós.
Ahora, cuando cae la oscuridad
¿se encenderá de nuevo una vela?
Aquí rezo
nadie debería llorar...
y para que sepas
qué profundamente te amé.
La larga espera en medio de un cálido día de verano.
Una vieja senda parecida al rostro de mi padre.
Incluso la solitaria flor salvaje apartando la vista con timidez.
Que profundamente te amé.
Cómo se agitaba mi corazón al escuchar tu vaga canción.
Te bendigo
antes de cruzar el río negro
con el último aliento de mi alma.
Estoy empezando a soñar
una brillante mañana soleada.
Me despierto de nuevo cegada por la luz
y te encuentro
apoyándome.
Canción de Agnes, por Yang Mi-ja.
¿Cómo es allí?
¿Cómo de solitario?
¿Brilla rojo el atardecer?
¿Cantan los pájaros como cantan en el bosque?
¿Puede llegarte la carta que no me atreví a enviarte?
¿Puedo hacerte llegar la confesión que no me atreví a hacer?
¿Pasará el tiempo y se marchitarán las rosas?
¿Es tiempo ahora de decir adiós?
Como el viento que perdura y después se va,
como las sombras.
Por las promesas que no llegaron
por el amor sellado hasta el final
por la hierba que besa mis tobillos cansados
y por los pasos menudos que me siguen
es hora de decir adiós.
Ahora, cuando cae la oscuridad
¿se encenderá de nuevo una vela?
Aquí rezo
nadie debería llorar...
y para que sepas
qué profundamente te amé.
La larga espera en medio de un cálido día de verano.
Una vieja senda parecida al rostro de mi padre.
Incluso la solitaria flor salvaje apartando la vista con timidez.
Que profundamente te amé.
Cómo se agitaba mi corazón al escuchar tu vaga canción.
Te bendigo
antes de cruzar el río negro
con el último aliento de mi alma.
Estoy empezando a soñar
una brillante mañana soleada.
Me despierto de nuevo cegada por la luz
y te encuentro
apoyándome.
Extracto de la película en la que se lee el poema
Bellísimo, Lili! Qué ganas me dio tu entrada de volver a verla por ¿cuarta?, ¿quinta? vez... Es lo que generan los buenos comentarios y la pasión por el cine. Allá voy, a verla de nuevo para volver a leerme y a leerte.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo!