"Así fue desplegándose en el tiempo el populoso drama,hasta que el 6 de agosto de 1824, en un palco de funerarias cortinas que prefiguraba el de Lincoln, un balazo anhelado entró en el pecho del traidor y del héroe..."
Jorge Luis Borges, en "Tema del traidor y del héroe", Ficciones
Que en el único cine del centro de Quilmes haya cinco películas dignas de ir a ver en la misma semana es un evento inédito y todo gracias al Oscar. Nos lanzamos entonces, al festival "carnavalero" (como lo bautizó Daniel, mi copiloto en esta carrera). Es decir, una película por día del más puro cine mainstream, ése que le enseñó al mundo que el cine no sólo es un arte sino también una industria que mueve millones.
No intentaré la maratónica e innecesaria tarea de comentar todas la películas, hay muchísimo material del bueno y del otro en Internet. Simplemente quiero dejar mis impresiones sobre este cóctel, mis subjetivas relaciones, con este vicio profesional que tengo siempre de comparar y contrastar. Me referiré a tres pesos pesados, de tres grandes directores que en su pasado ya nos han regalado largas horas del más puro e inolvidable séptimo arte: Spielberg, Zemeckis y Tarantino.
Ya lo decía Aristóteles, el héroe trágico no puede ser ni demasiado bueno ni demasiado malvado para conmover al espectador. Debe ser un ser superior, con un defecto, debilidad o culpa moral que causa su ruina. Lo empalagoso del cine del Hollywood suele ser que los héroes aparecen como seres humanos impolutos e intocables. No es el caso de los protagonistas de las tres películas a las que me referiré en la que late la esencia de la dualidad humana que tan bien nos sintetiza Jorge Luis Borges, en Kilpatrick, el líder irlandés de uno de los cuentos que más que gustan de su obra y que recomiendo fervientemente a aquellos que todavía no lo han leído: Tema del traidor y del héroe.
En Lincoln , Spielberg pone el foco en el retrato intimista del presidente más amado de los Estados Unidos en el momento crucial de una nación alimentada con más de 250 años de sangre de esclavos. En 1865, en medio de una cruenta guerra civil que estaba haciendo desaparecer a toda una generación de jóvenes, a destiempo de las naciones civilizadas de la tierra que veían como inhumana y aberrante esta práctica, el primer mandatario toma las riendas, y va por todo. De ese modo, la discusión y aprobación de la decimotercera enmienda, dentro y fuera de la cámara de representantes, alcanza la altura épica que queda fuera de campo durante las batallas, ya que no se muestra acción sino cuerpos mutilados por doquier.
Más allá de la formidable e increíble interpretación de Daniel Day Lewis, en quien Abraham Lincoln pareciera reencarnarse, rescato de esta película la opción de mostrar al héroe de la patria no solamente como el líder mesiánico que fue sino como el jugador que no duda en corromper la voluntad de los congresistas para lograr los votos necesarios. El hombre más poderoso de la patria, el más clarividente, que sin embargo no puede imponerse ante su mujer y mucho menos ante su rebelde hijo adolescente. El presidente de la nación que ha mandado a tantos jóvenes a la mutilación y a la muerte y que sin embargo le prohíbe a su hijo que se aliste en el ejército, porque no soporta la idea de perderlo. Ese claroscuro del personaje acompañado de una fotografía que refuerza esos contrastes lumínicos es lo que más me conmovió de esta película.
En El vuelo, Robert Zemeckis, alejado desde más de una década de grandes historias como "Forrest Gump" o "Náufrago", vuelve a contarnos una buena historia. El protagonista, un Denzel Washington entrañable, nos regala también ese traidor y héroe contemporáneo, él encarna al capitán Whip Whitaker.
¿Hay alguien a quien la sociedad contemporánea le entregue su ciega confianza más que al capitán de un avión? Esa figura misteriosa, que nos habla amablemente por el altoparlante y que lleva las riendas del vuelo. ¿Puede entrar en nuestra cabeza que el responsable de cientos de vidas, incluida la suya propia y la de la tripulación pueda traicionar esa confianza, pueda caer en la debilidad del alcohol, el sexo y la droga y presentarse sin haber dormido a su trabajo? Sin embargo, en ese lamentable estado físico, que él niega como todo alcohólico, puede hacer una maniobra imposible y así se transforma en un héroe público, hasta que aparecen los estudios toxicológicos y su hazaña pasa a segundo plano porque el seguro debe hacerse cargo de las cuatro vidas perdidas.
Después de los primeros minutos de acción la verdadera aventura pasa por la peripecia interna del protagonista, por todo ese largo camino interior y ahí es donde yo me enamoro una vez más de Denzel, de la lágrima de Denzel, de sus ojeras y de su cuerpo abandonado. Y los dejo aquí con las palabras de Carolina Guidice que lo expresa inmejorablemente en su blog.
En Django sin cadenas, el héroe del spaguetti western es un esclavo liberado por un cazarrecompensas. Django también es un héroe impuro, políticamente incorrecto como comenta Laura Esponda en su interesantísimo análisis.
La acción está ambientada dos años antes del inicio de la Guerra de Secesión. Tarantino no omite mostrarnos las humillaciones y castigos inhumanos a los que eran sometidos los negros. En ese contexto esperaríamos a un esclavo liberto preocupado por liberar las cadenas de su pueblo oprimido, pero no es esa la historia que nos quiere contar. Su meta es personal, como un caballero medieval debe liberar a su amada. Aunque sin duda, la escena final de Candyland, esa explosión hiperbólica, pueda resumir la justicia poética a tanta obstinada injusticia.
Personajes humanos. Traidores y héroes. Humanidad en inglés con subtítulo en castellano.
Y mientras tanto siguen las apuestas y los debates encarnizados. ¿Quién se merecerá el premio al mejor actor o al mejor director o al mejor guión?
Y así, año tras año, desde Hollywood nos tienden la alfombra roja para que consumamos obedientemente las selecciones de la Academia. Este año, Febrero nos sorprende con varias propuestas que valen la pena.
¿Y para ustedes, cuáles son los candidatos al Oscar que tendrán en mano la estatuilla dorada?
Excelentes las 3 pelis hacia el Oscar. Creo que el gran ganador en cuanto actuación tendría que ser Daniel Lewis. Difícil que pueda en el futuro interpretar un papel así... Django es excelente, sorpresa, adrenalina, deiversión. También rescato los paisajes de EEUU como protagonistas absolutos. El vuelo deja sin aliento. No mirarla antes de realizar un viaje en avión.
ResponderEliminarPara mi, Lincoln merece la de mejor pelicúla y actor principal
Django el mejor actor secundario no me acuerdo el apellido,para el alemán.
En el vuelo Denzel está muy bien, pero no se si alcanzará el mayor premio de actuación.
Un gran personaje, en su faceta política y personal, pero demasiado charleta, en esta versión, un vara, sermoneador, y a ratos incluso un tanto lunático. Y todo en esa manera tan Spielberg, de resaltar emociones de forma descarada a través de la música, de abrazos del 'todosjuntosporfin', tan impositivo en sus sentimientos... Pero un personaje como Lincoln no puede producir una mala película y de estas tampoco Spielberg sabe hacerlas. Un saludo!
ResponderEliminarGracias Daniel y Manipulador de alimentos por aportar sus valiosas visiones.
ResponderEliminarA mí la que me más me gustó de las tres, curiosamente es "El vuelo". Me atrapó, me emocionó, me ganó. Para mí Denzel Washington está impecable.
En cuanto a "Lincoln", yo también salí del cine enojada por ese final, tan fin de campaña política de Obama. Pero después, más tranquila fue valorando muchos aspectos muy valiosos de la película que para mí no es perfecta ni mucho menos. Pero como Manipulador anota, esa faceta personal, contradictoria de Lincoln me gustó mucho.
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