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domingo, 26 de octubre de 2014

Tarde de té en Villa Ocampo

Un viaje al pasado a través de los anteojos de Victoria




Villa Ocampo nació como una casona de vacaciones a fines del siglo XIX, cuando para la aristocracia porteña San Isidro era considerado un buen lugar para pasar las vacaciones veraniegas desde noviembre hasta marzo. Hasta allí la familia llegaba en tren con todo su equipaje y su servidumbre de hasta 25 personas y luego por un camino de tierra que ahora es la avenida Libertador eran conducidos en sus carruajes hasta la puerta de la casa. 

La casona, diseñada por el padre de Victoria, es totalmente ecléctica y hermosa, con su color terracota italiano, su tejado francés con mansardas, sus balaustradas, sus ornamentos flamencos en el techo, luce imponente entre los colores de su jardín romántico a la entrada, su jardín inglés de césped impecable y su precioso jardín francés, con la imprescindible fuente de hierro encargada al mejor fundidor de París.

Durante la Belle Epoque,  la quinta empezaba en Av. Libertador y se extendía por la barranca hasta el río. Más tarde, en los años 40´, a la muerte del padre de las seis hermanas Ocampo, la finca fue loteada y la primogénita, Victoria, heredó la mansión y la héctarea que la rodea. Desde entonces se convirtió en la residencia estable de Victoria Ocampo, la dama de la cultura, una mujer libre y apasionada que vivió rodeada de belleza y de arte.


La casa hoy abre sus puertas para que paseemos un poco por el pasado. Recomiendo que lleguen a los horarios de las visitas guiadas excelentes que nos dan detalles interesantísimos de los usos y costumbres de esa casa, de la vida de su dueña y de los innumerables visitantes, gigantes del arte del siglo XX que pisaron el mismo piso de parquet impecable o los mismos mosaicos que hoy tuve la suerte de pisar yo.



Y cuando terminen la visita guiada, pueden tomar un exquisito té en la galería frente al jardín francés. Y si es con buenas amigas, mucho mejor...



Acá van algunas fotos tomadas aquí y allá, desde el punto de vista de mis ojos maravillados,  que no reemplazan para nada la experiencia de la visita.



El jardín francés con su fuente y los gansos que engalanan el parque con su blancura y movimiento :





El umbrío jardín romántico con su escultura de mármol:




La imponente fachada de la casona con su enredaderas (jazmines, rosales, santa ritas):










Detalles de la arquitectura flamenca en el remate de la fachada principal y posterior de la casa:






La planta baja, sencillez y refinamiento:
Como también se nota en la casa de madera de Mar del Plata, cuando Victoria hereda la casona, la hace pintar integramente de blanco, tapando el color oscuro de las maderas y las paredes que siguiendo del estilo victoriano del fin del siglo XIX, estaban todas enteladas con motivos florales o pintadas de colores oscuros.
En su mobiliario Victoria combina los elementos antiguos de la casona familiar con muebles Bauhaus, tapices y muebles orientales, y el mobiliario traído de su casa racionalista de Palermo.








En la pared detrás del piano de media cola donde han tocado figuras de la talla de Igor Stravinsky, se destaca del bello retrato de Victoria Ocampo pintado por el artista uruguayo Pedro Figari en 1925.



Claraboya y escalera central: 


La zona íntima en el primer piso, allí están los mejores amigos de Victoria: los libros. Bibliotecas, sillones, escritorios y mesitas para leer y escribir...









Y el dormitorio de Victoria, con su modesta cama blanca y tantos libros a su alrededor...




...a los pies de la cama en un repisita hermosa y en una mesita al costado:



Y para terminar la tarde, té Villa Victoria en la galería, disfrutando de la charla y del perfume a jazmines.



"Sede de un proyecto cultural único en nuestro país y en Latinoamérica, Villa Ocampo tiene, más allá de su importancia arquitectónica, de los muebles y de la biblioteca, un significado histórico fundamental ya que durante medio siglo, hospedó a algunos de los principales forjadores del siglo XX. Prestigiosos intelectuales argentinos y extranjeros como Graham Greene, Roger Caillois, Waldo Frank, Alfonso Reyes, Albert Camus, André Malraux, Aldous Huxley, Le Corbusier, Octavio Paz, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Maurice Ravel, Walter Gropius y Jorge Luis Borges, entre otros, visitaron a Victoria en Villa Ocampo y allí entre charlas, discusiones y lecturas fermentaron algunas de las ideas y proyectos más importantes de su tiempo. En ese foro del pensamiento internacional que fue Villa Ocampo, Victoria y su grupo —que por momentos evoca la atmósfera del londinense Grupo de Bloomsbury— lucharon por la posibilidad de un pensamiento liberal en una época en la que los países latinoamericanos tambaleaban tironeados por gobiernos militares y depresiones económicas. 

Invitados por Victoria, pasaron por Villa Ocampo personalidades culturales del mundo entero: Tagore, Stravinsky —quien compuso una obra para Victoria y la estrenó en su casa— Ortega y Gasset, Roger Caillois —que vivió años en nuestro país y dirigió la importante colección La croix du Sur de Gallimard— y otros. Fueron años de intenso proyectos culturales. Y Villa Ocampo los vio nacer. "
 Texto extraído de la página de Villa Ocampo: http://www.villaocampo.org/web/

DATOS ÚTILES
Horario de apertura
Miércoles a domingos y feriados de 12.30hs a 19hs.
Visitas guiadas
Miércoles, jueves y viernes: 15hs y 16.30hs.
Sábados, domingos y feriados: Desde las 14hs, cada una hora aprox.
Dirección:
Elortondo 1837, Beccar. Buenos Aires, Argentina.

2 comentarios:

  1. Hablando de "el libro"... :)
    Qué hermosa la Villa Ocampo.Si me fuera a vivir a esa casa dejaría prácticamente todo como está, me encanta su sencillez y refinamiento, como decís, y también su calidez...y su biblioteca!!!...
    Preciosas las imágenes, Eleonora. Qué suerte que pudiste sacar fotos dentro de la casa, cuando nosotros fuimos no estaba permitido (yo "robé" una que ilustró este post en la luna: http://lunavalencia.blogspot.com.ar/2012/04/cuando-no-calienta-el-sol.html

    Un abrazo!

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  2. Ah, sí, Betina... yo viviría tirada por acá y por allá en todos esos sillones preciosos, leyendo y escribiendo. Cada tanto me asomaría a la ventana o saldría descalza al jardín para caminar sobre ese césped verde y húmedo.
    Y sí, me dejaron sacar sin flash , por suerte, porque sino soy vergonzosa para robarlas.
    Otro abrazo para vos.

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