El 20 de junio de 1820, Belgrano moría en la más absoluta
pobreza y soledad, sin ver concretados sus sueños de grandeza para su patria.
Ese día, Buenos Aires contaba con tres gobernadores y el país, a sólo cuatro
años de su independencia, estaba inmerso en una tremenda anarquía, un presente
violento y angustiante y un futuro incierto.
En esos tiempos, los ejércitos patrios cumplieron, además de
su misión específicamente militar, funciones político–ideológicas y
organizativas. Aquellos ejércitos no fueron concebidos como simples cuerpos
armados destinados a la conquista, sino que, por el contrario, su misión
fundamental fue la de asegurar la adhesión a la revolución.
Belgrano fue un hombre
comprometido con su tiempo, uno de los más importantes ideólogos de la
Revolución de Mayo. Era un intelectual
habituado a las comodidades de la ciudad que sacrificó su bienestar y formó
parte del ejército, sin ser militar, sufriendo todas las penurias imaginables:
carencia de armas, pólvora, ropas, apoyo logístico, falta de hombres y serios
problemas para la incorporación de nuevos soldados.
Un ejemplo de todo esto es su labor al frente del Ejército
auxiliador del Paraguay. Promovió la
idea de independencia y simultáneamente propició transformaciones económicas,
sociales y culturales. La campaña de Belgrano al Paraguay, a pesar de la
derrota militar sufrida, logró el objetivo propuesto: el pueblo paraguayo se
levantó en armas contra el régimen realista, aunque optando por su
independencia frente a Buenos Aires, actitud que fue respetada por el gobierno
revolucionario, que puso de manifiesto así, el sentido emancipador de la
revolución, que consecuentemente aplicado, significaba también respeto por la
autodeterminación de los pueblos.
Belgrano fue, también, uno de los hombres más progresistas de
nuestra historia. Sarmiento diría más tarde que Belgrano fue recién reconocido
30 años después de su muerte, cuando empezaron a ser valoradas sus ideas de
avanzada. Belgrano ya predicaba antes de 1810 sobre los benéficos efectos de la
instrucción pública y la libertad civil. Buscando material para preparar el
acto del Día de la Bandera, encontramos con mis alumnos de 1º año documentos
asombrosos, por ejemplo una carta en la que opinaba que en vez de fundarse otra
Universidad, debían crearse escuelas para educar a las mujeres que en ese
momento eran iletradas, aludiendo a que esas niñas serán las madres que
educarán a los hombres de mañana. Como periodista en el “Correo del Comercio”,
también divulgaba sus ideas democráticas aprendidas en Europa: decía que era
tan injusto oprimir la libertad de pensar y hablar como lo sería tener atadas
las lenguas, las manos o los pies a los ciudadanos.
Sería largo enumerar las acciones políticas y militares de
Belgrano, quizás para dar una idea de su grandeza baste recordar una anécdota
que lo pinta de cuerpo entero: cuando la Asamblea de año 13 votó para Belgrano
una gratificación de 40.000 pesos por sus servicios a la patria, el general los
donó para la creación de 4 escuelas primarias.
Si bien Manuel Belgrano es recordado por todo lo dicho,
produjo un hecho político relevante, que no sólo tendría efectos inmediatos
sobre la moral de su tropa, sino que pasaría a ocupar un lugar trascendente en
la historia de la patria: la creación de la Bandera Nacional, evento del cual
este año se cumplen 200 años. Hasta entonces las tropas libertadoras habían combatido
con la misma bandera del enemigo, habiéndose iniciado la gesta de la
independencia bajo el signo de la ausencia de un gobierno en España en razón de
la invasión napoleónica.
El 27 de febrero de 1812, Belgrano enarboló la Bandera
Nacional en las Barrancas de Rosario, empleando los mismos colores que el
gobierno había autorizado para ser usados como escarapela nacional. Al arengar
a las tropas expresó que “la América del Sur será el templo de la Independencia
y de la Libertad”.
En lo personal puedo decir que pertenezco a una generación a
la cual nos han inculcado el amor por la bandera. Cada mañana se izaba la
bandera en el patio de mi escuela, con frío o con calor, todos los alumnos
formados en el patio, cantábamos la canción “Aurora” y levantábamos la vista
hacia el cielo. “Alta en el cielo, un águila guerrera, azul un ala del color
del cielo, azul un ala del color del mar.”
Si bien son muchas las versiones de la simbología de los
colores de la bandera, por ejemplo que Belgrano sacó el celeste del manto de la
Virgen protectora, y el símbolo del sol Inca. A mí me gusta pensar que los
colores de la bandera son los mismos que los del cielo de la patria y que basta
alzar la mirada para sentirse argentino.
Sería lindo que hoy todos los argentinos nos hagamos la misma
pregunta que les hacen a los alumnos de 4º grado en todas las escuelas
argentinas para la jura de la bandera:
¿Prometen defenderla la
bandera, respetarla y amarla, con fraterna tolerancia y respeto, estudiando con
firme voluntad, comprometiéndose a ser ciudadanos libres y justos, aceptando
solidariamente en sus diferencias a todos los que pueblan nuestro suelo y
transmitiendo, en todos y cada uno de nuestros actos, sus valores permanentes e
irrenunciables?
Ojalá
todos podamos responder, en el centro secreto de nuestro corazón: "Sí, prometo, sí me comprometo".
“la América del Sur será el templo de la Independencia y de la Libertad”.
ResponderEliminarQue maravilla, y que hermoso texto el tuyo Eleonora, estoy muy conmovida y sin palabras, y mira que para hacerme callar se necesita bastante. Esto es mucho y me siento agradecida.
Desde aquí tengo nuestra bandera en el corazón. Y solo se me ocurre citar
A un grande popular.
" De lejos dicen que se ve mas claro, que no es igual quien anda a quien camina"
a J.M. Serrat
Gracias, Laura.
ResponderEliminarMe tocó el acto del día de la bandera, así que a pedido de amigos que querían tener el dicurso, lo subí con algunas modificaciones al blog.
Es un honor tenerte como lectora. Un abrazo.
Bandera de la patria celeste y blanca, símbolo de la unión y de la fuerza, con que nuestros padres nos dieron la independencia y libertad...
ResponderEliminarComo es posible que esas palabras recitadas hace años, resuenen en mi mente inalterables?... por supuesto estas son sólo unas líneas de aquel poema de no se quien que todos los días recitábamos en el patio de la escuela.
Excelentes tus palabras sobre este día y agrego, qué difícil ver a nuestros próceres sin esa pátina de estatua de plaza, de nombre de calle principal. Aunque uno quiera e intente los ve no como seres normales, sino grandes e inaccesibles. Tus palabras lograron humanizar al prócer aunque sea por unos minutos.
Genial tu blog, e indestructible !!
¡Qué lindo comentario, Dani! Gracias por tu apoyo de siempre.
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