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lunes, 13 de enero de 2014

Mueck en Proa

Demasiada piel


"¿Y dónde quedamos nosotros en medio de esas extrañas presencias? Dos cosas son ciertas: estamos muy lejos del ideal clásico de la escultura, e igualmente lejos de su equivalente modernista en la abstracción idealista. De hecho, hemos llegado a un tipo de arte excéntricamente ilusionista, que solo puede florecer una vez que esos dos paradigmas han perdido su autoridad para tenernos cautivos, secuencialmente, a los artistas, los referentes del gusto y los aficionados del arte en general. Hemos ingresado en el terreno de la subrogación del trompe l´ oeil, de los sosías que inducen al error, de los gemelos grotescos. (...) estamos en medio de recordatorios sumamente desconcertantes de hasta qué punto es posible acercarse a duplicar la naturaleza y de hasta qué punto los resultados se apartan inexorablemente de la realidad."
Storr, Robert, "Notas sobre Ron Mueck, Londres y París"



Una vez más el espacio de Proa nos acerca una propuesta escultórica. Si en el 2013 los porteños tuvimos la suerte de disfrutar la fabulosa exposición de Alberto Giacometti, en este verano del 2014 gozamos del privilegio de tener por primera vez en Sudamérica una exposición de las controvertidas obras del escultor Ron Mueck.



Hasta el 23 de febrero, vale la pena acercarse a La Boca para sorprenderse con 9 obras de arte de resina, fibra de vidrio y silicona, que son como un pequeño muestrario del hombre urbano contemporáneo. Esculturas que reproducen con detalle obsesivo al más complejo de los animales, con su delicada piel, fiel registro del tiempo pasado sobre la tierra. 


Como el soñador del cuento "Las ruinas circulares" de Jorge Luis Borges, Mueck sueña a sus criaturas poro, por poro, cabello por cabello. Las inmortaliza en un acto que las define; y, aunque estén acompañadas, sus miradas ensimismadas nos hablan de su profunda soledad y vulnerabilidad.
El artista australiano, residente en Londres, fue hijo de jugueteros, y desde chico fue aprendiendo las técnicas artesanales del modelado de figuras para la representación del ser humano. De los títeres y muñecos pasaría más tarde a producir animatronics para la industria del cine.
Recién en el año 2001, con su paradigmática Boy que expone en la 49º Bienal de Venecia, la extraña obra del artista despierta el interés y el reconocimiento internacional. 




Mask II, 2002
Nos recibe el rostro gigante de un hombre dormido, ¿quizás un autorretrato del artista? La condición de mera representación, que funciona como prólogo de toda la muestra es el título, "Máscara" y la posibilidad de ver el reverso de la pieza, como si fuera una careta. Ese hombre con los ojos cerrados, inmerso en un sueño profundo nos introduce en un ambiente onírico en el que todo es igual al mundo que conocemos pero levemente diferente, especialmente porque en todas las obras se altera la escala humana.


Young Couple, 2013
Luego nos encontramos con una pareja de jóvenes, con sus modernas y casuales ropas veraniegas. La escultura congela un momento de tensión, que está concentrada en el detalle de las manos en la espalda. El espectador no puede dejar de plantearse la escena, inventar una historia, preguntarse por el desenlace de ese momento.


Couple under an Umbrella, 2013
En la sala principal nos sorprende una pareja de proporciones enormes. Yo me emocioné hasta las lágrimas. ¿Por qué? ¿Quizás porque el hombre se parecía tanto a mi padre o simplemente por lo que transmite la escena? Una pareja en la playa, él recostado sobre el regazo de ella, los gestos de confianza de toda una vida juntos. Y el paso del tiempo en cada pliegue de la piel, en cada lunar, en las uñas, en el vello, en las mínimas várices, en las arrugas...






 Woman with Shopping, 2013

Me detuve especialmente en esta obra, hay en ella algo devastador. Una mujer, quizás en el instante en el que se detiene delante del semáforo en su camino a casa, después de una agobiante jornada de trabajo en la que salió muy temprano, dejó a su bebé por más de ocho horas en una guardería, pasó por el supermercado y lo único que quiere es llegar a casa, preparar la cena, bañar al bebé, alimentarlo y acostarlo para poder irse a dormir y al otro día recomenzar otro día igual. Hay en su peinado un poco descuidado, en su tapado grande que usó durante el embarazo, en las bolsas debajo de sus ojos, en el rictus de su boca, signos de una profunda soledad existencial aumentada por la presencia de esa otra vida que no es compañía sino extenuante demanda.






Youth, 2009
Este joven negro, descalzo, contempla asombrado una herida, como si esa sangre no fuera suya. Imaginamos la situación previa, la pelea callejera, el alivio de estar a salvo, la vida en riesgo a la vuelta de la esquina.


Man in a Boat, 2002
El bote, el color de la piel de ese hombre, su mirada, su desnudez nos remiten al último viaje, al de la muerte inexorable.


Woman with Sticks, 2009
La expresión inquietante de esta pequeña mujer cargando ramas nos perturba. El movimiento perfecto que transmite el esfuerzo, el cabello que cuelga, las postura de las piernas en equilibrio perfecto y cada milímetro de piel sin photoshop, por el contrario, con la lupa en el detalle de lo real.




Still Life, 2009
La gallina degollada, gigante con toda su ironía, es la única obra que no representa una figura humana, ¿o sí?  Quizás el hombre esté detrás del acto rutinario de criar, matar, y desplumar esos animales que hoy encontramos ya eviscerados dentro de las grandes heladeras de los supermercados.



Drift (A la deriva), 2009
La única instalación de la muestra, sobre una pared celeste que sugiere el agua calma de una piscina, un hombre sobre una colchoneta inflable. Su posición sobre la pared nos recuerda vagamente a un Cristo crucificado. ¿Ese hombre embadurnado de bronceador, con gafas negras y reloj de marca, a la deriva en las aguas del consumismo? Hay sin dudas una postura crítica del autor ya que es la única obra que tiene un título que no es meramente descriptivo.




Still Life: Ron Mueck at Work ( Naturaleza viva: Ron Mueck trabajando)
Al final del recorrido no se pierdan el documental que se proyecta en el auditorio, rodado en el taller del artista en Londres. Sin dudas, completa la experiencia y multiplica nuestro asombro cuando somos testigos del trabajo obsesivo y minucioso que requiere cada una de las piezas expuestas.


Y,como siempre, es un placer subir para recorrer la librería y luego quedarnos un rato en la confitería, para tomar algo fresco o un exquisito té y admirar el paisaje de Quinquela desde la terraza de Proa.







Ron Mueck
Hasta el 23 de febrero de 2014 en Fundación Proa
Av. Pedro de Mendoza 1929, La Boca. 

6 comentarios:

  1. la verdad que es imposible no ir... salu2...

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  2. Buenísimo el comentario... y uno se pregunta, dentro de cientos de años, cuando los futuros historiadores del arte clasifiquen la iconografía escultórica de la figura humana, encontrarán una Venus prehistórica, La Piedad de Miguel Angel, la síntesis de los personajes de Giacometi, las figuras de Mueck...
    Es decir un recorrido paso a paso de hombres-artistas-obras que nos cuentan como fuimos, somos y seremos...?

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    Respuestas
    1. ¡Gracias, Daniel! ¡Qué interesante cómo lo ubicás a Mueck en la historia de la respresentación humana tridimensional del arte. Hermosa reflexión.

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  3. ¡Impresionante..!! Un alemán australiano que trabaja en Londres y llega su obra de siliconas a Buenos Aires...Ahora, digo con humildad que, al cambiar la proporción nos desconcierta y también al mostrarnos desnudos y colgados de paredes o con aspecto de mujer vencida llevando un feo bebé (a Montaigne tampoco le gustaban) sin saber por qué está haciendo eso..., y el desnudo en el bote tan absurdo es..., que ud le asigna como unico futuro la muerte...., pero un hombre desnudo en un bote siempre es patético....Y el efecto sicológico de los gigantes es conocido, desde que nuestros padres fueron los primeros gigantes que vimos..... Debo preguntarme si yo no he visto esto antes...Con gusto viajaría para ver y sentir....

    Y por favor NO CREA que este mundo tiene cientos de años por delante, como le dijo Daniel...¡No es necesario ser tan optimista...!!

    Pero ninguna obra de arte fue ni es más importante que la vida misma...., y eso ya es bastante deprimente.
    Como sea depende de la vida, aunque contraríe a Oscar Wilde.

    Saludos.

    1:40 14/01/2014

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  4. Estimado Cocorastuti:
    Sus reflexiones valen mucho más que mi entradas. Lo que dice sobre la sensación de los primeros gigantes son nuestro padres es magnífica.
    Tiene razón Wilde y usted, ninguna obra de arte es más importante que la vida misma.
    ¡Gracias por el humor!

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