Quizás el infierno sea eso, la ausencia de esperanza.
Los que entramos del mundo (de la calle, del aire, del sol) a la sala de la calle Chile y subimos las escaleras para sentarnos en las cómodas butacas del teatro a los pocos minutos sentimos que hemos descendido al pozo más abyecto que pueda imaginarse. A un infinito sótano inmundo donde están apresados los esclavos del mundo moderno, los habitantes de la infernal maquila que produce los objetos inútiles del consumismo que esclaviza a los que están afuera con la tiranía de la moda y de la marca.
Ganadora del tercer premio del concurso de dramaturgia “Estampas de la Argentina Actual”, la pieza teatral de Valeria Medina se presenta cada sábado en el Teatro El Popular en una puesta visceral de Paula Etchebehere. La directora recrea de manera simbólica la claustrofobia de una maquila textil en la que un grupo de inmigrantes ilegales sobreviven en las condiciones más infames, resignados a la opresión de un amo sin rostro. El fabuloso casting dio por resultado un grupo muy heterogéneo de actores de distintas nacionalidades que prestan sus distintos dialectos y cuerpos al imaginario de los desposeídos de un único mundo globalizado por la injusticia. Especialmente destacable es el trabajo corporal de todo el elenco.
Las telas que recubren paredes y pisos son el único recurso escenográfico para imprimir en nosotros, los espectadores, la asfixia y el encierro de ese mundo que pudre los pulmones, los ojos y las manos. Pero sobretodo el corazón. Porque allí, los que obedecen y los que mandan han perdido la dignidad y el alma. Han olvidado su nombre y su patria.
Quizás en su desvarío, el personaje interpretado por Ignacio Huang, sea el que mejor expresa la alienación y la sinrazón de este sistema de injusticias. Siempre buscando a su gallo de riña, esa parte suya que se le perdió y necesita para seguir peléandole a la vida.
Poesía y belleza que nace en la abyección. Cuerpos crispados, atados en una danza delirante. El afuera convertido en un sueño imposible que se proyecta en la conciencia colectiva. Todo eso en el pozo.
Arriba el sórdido mundo de la moda prêt a porter dirige a los gritos el desfile circense en el que todos desfilamos con vergüenza nuestros modelitos comprados en el shopping, en doce módicas cuotas sin intereses.
Por esas raras coincidencias del destino, en la misma semana en que fui a ver esta obra llegó hasta mí esta noticia relacionada con una de las mega tiendas más famosas y populares del Reino Unido. A una joven compradora de 25 años le apareció una etiqueta en la prenda que había comprado con una espeluznante etiqueta sujeta en su interior con una frase bordada a mano: "Forced to worked exhausted hours" (Forzados a trabajar exhaustas horas)
Leer la nota aquí
Leer la nota aquí
La valiente y perturbadora maquila de Paula Etchebehere es esa etiqueta de denuncia que todos los espectadores nos llevamos puesta en nuestra piel cuando se enciende la luz y volvemos a la calle, al aire, al ancho mundo.
Esta entrada está acompañada por las magníficas fotos de Marcelo Solís que dan una idea mucho más cabal que mis palabras de la fuerza emocional y sugestión visual de la obra.
Dirección de Actores: Raquel Albéniz
Puesta y Dirección General: Paula Etchebehere
Actúan: Coral Gabaglio, Ignacio Huang, María Forni, Vicente Santos, Carlos Lombardi, Adriana Julio y Julián Duffy
Bailarinas: Emi Ramos, Lucila Tolis y Camila Santillán
Supervisión de texto: Ignacio Apolo
Asistencia de Dirección: Daniela Martínez
Coreografía: Marina Svartzman y Paula Etchebehere
Diseño de Escenografía e Iluminación: Magalí Acha
Asistente de Escenografía: Sol Soto
Realización de Escenografía: Sergio Sagiryan
Música Original: Lautaro Cottet
Vestuario: Julia Moretti
Fotografía, Dirección y Edición de Fílmico: Pablo Kalhat
Diseño Gráfico: María Forni
Asistencia de Escenario: Tomás Valenzuela y Rodrigo Paris
Producción Ejecutiva: Anabella Valencia
Producción: Teatro el Popular – Simpatizo con todo
Teatro El Popular
No hay comentarios:
Publicar un comentario