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sábado, 3 de noviembre de 2012

La muerte mexicana

Ofrenda del Día de los Muertos en el Museo Fernández Blanco

"Para el   habitante de NuevaYork, París o Londres, la muerte es la palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios. El  mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente. Cierto, en su actitud hay quizá tanto miedo como en la de los otros; mas al menos no se esconde ni la esconde; la contempla cara a cara con impaciencia, desdén o ironía: "si me han de matar mañana, que me maten de una vez".
Octavio Paz (1914-1998) , El laberinto de la soledad





Buenos Aires nunca deja de sorprenderme, y ayer me dio una grata sorpresa: me trasladé a México para vivir la tradicional fiesta de Todos los Muertos con sólo tomarme el semirápido hasta el Correo Central y caminar hasta Suipacha y Libertador, hasta los increíbles jardines del colonial edificio del Museo Isaac Fernández Blanco.
En un atardecer perfecto, cientos de personas se congregaron para compartir las ofrendas a los muertos de la cultura de México y Argentina; este año los altarcitos fueron dedicados a Chavela Vargas, Carlos Fuentes, Caloi y Astor Piazzolla. Se entregaron, también, los premios a las simpáticas calaveritas literarias  ( especie de coplitas burlonas) dedicadas a las figuras homenajeadas, organizado por "Con X de México".


Con flores de papel, y flores naturales, con las fotos de los homenajeados junto a la infaltable Virgencita de Guadalupe, con papeles barrilete calados (papel picado, le dicen), con cruces, velas e incienso. Y lo más asombroso, variadas e irrespetuosas representaciones de la muerte, esqueletos vivos, gozosos, que no provocan miedo sino más bien una sonrisa de estupor. Y las calaveritas de azúcar con nombre, regalo para las personas queridas.


Con toda la paradoja de esa muerte que es vida, de ese dolor que es alegría, la muerte mexicana me conmueve, me pone la piel de gallina, me hace pensar que así deberíamos tratar a nuestros muertos queridos, sin tanta solemnidad, sin tantos traumas. Invitarlos en su día a nuestra mesa, recordarlos con las cosas que más les gustaban. Así me gustaría también que me recuerden a mí, algún día, porque no le tenemos miedo a la Huesuda, a la Calaca, a la Flaca, a la Pelona, a la Catrina...



Así, sin querer, se me cumplió el sueño de vivir un 2 de noviembre a la mexicana. ¡Y pensar que hace 19 años que se realiza este festejo organizado en conjunto por la Embajada de México y el Museo de Arte Hispanoamericano y yo no lo sabía! Enterarme de que en mi país se realiza un evento como este, heredado de las costumbres pre-colombinas, es muy estimulante. Es un pequeño pero poderoso gesto de la cultura hispanoamericana ante tanto Halloween de calabazas de plástico.
Para los interesados, el Altar de los Muertos, podrá ser visitado hasta el 11 de noviembre. Una excelente oportunidad para conocer, de paso, este museo que es un lugar encantador de nuestra querida Buenos Aires.







1 comentario:

  1. ke lindas flores precolombinas!!!
    yo estube también y compre unas calaveritas de azucar muy ricas.
    me faltó ver el alter de los muertos.
    gracias por el informe. muy instructivo!

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