"Los neozelandeses son los primeros en ver el amanecer de cada nuevo día."
Para Juli
Trabajar como profesora en mi colegio por más de 32 años me dio muchas satisfacciones profesionales y me las sigue dando, pero también tuve la oportunidad de participar de algunos viajes con alumnos a lugares los que yo sola probablemente nunca hubiera ido.
Hace tres años, justamente durante las vacaciones de invierno, y con mi hijo Julián, conocimos Nueva Zelanda y desde entonces los dos nos sentimos "Kiwis" para siempre.
Recuerdo que antes de partir estaba ilusionada con que iba a sacar la mejores fotos "National Geographic" de mi vida... y así cargué mi Nikon reflex, con los otros bártulos, pero al tercer día se me cayó tontamente en mi habitación del hostel, con la lente hacia abajo. Recuerdo ese momento como una escena en cámara lenta... Los chicos me consolaron y me ayudaron a hacer el duelo cuando les conté con lágrimas en los ojos que la lente había quedado destripada sobre la alfombra.
Soy de las personas que creen, como dice mi amiga Érica, que las cosas nunca pasan porque sí... No tardé en darme cuenta de que en realidad, sin la Nikon me sentí el resto del viaje más libre y liviana para ver toda esa belleza que no entra en una imagen rectangular. Porque Nueva Zelanda, con sus dos islas flaquitas rodeadas de mar es un país bello, bello, bello... adorable.
Aquí van retazos del Diario de viaje de este itinerario lleno de aventuras y sorpresas, donde nos animamos juntos a jugar en el mejor parque de diversiones que existe en el mundo: los ríos, los árboles, las montañas, el mar, los lagos de Nueva Zelanda...
Las pocas fotos que rescaté de la memoria de la reflex, algunas otras de la compacta y unas pocas imágenes prestadas de los sitios de NZ para mostrar los distintos deportes son la base para hilvanar estos recuerdos. Ahí van:
- Navegar en velero en Auckland y ver desde el mar esa costa inconfundible...
- Tirarnos de a uno, de a dos o de a tres por las colinas verdes de Agrodome en Rotorua... en pleno invierno esperar en malla y meterse en esa bola transparente en la que hay agua calentita. Rodar, rodar, rodar a casi 50 km por hora en un lugar mullidito y seguro.... está buenísimo...
- Parar en el medio de un bellísimo camino de acantilados con vista al Océano Pacífico y sus inmensas olas. Cruzar la ruta e internarnos por un sendero que conduce a un bosque cruzado por un arroyo y, después de cruzar un puentecito, encontrarnos con la maravilla: cientos de focas bebés que jugaban en una helada cascada. Las foquitas retozaban en las piedras, en los saltos de agua, dentro de la forestas, mientras sus madres se alimentaban en el mar para luego volver y amamantarlas. Allí las crías hasta el año están seguras de sus predadores. Verlas en el medio del bosque fue una experiencia increíble.
- Llegar a Kaikura y aprender el rito de presentación para ser recibidos en el Marae maorí. Como era la mujer mayor del grupo, me tocó cantar el saludo para pasar por la arcada: KARANGA MAI, KARANGA MAI, KARANGA MAI RA E
En la puerta del Marae nos dio la bienvenida el jefe maorí con toda su familia. Luego entramos al templo de madera alfombrado, todo cubierto de murales tallados y pintados que narran los mitos del pueblo maorí.
Nos sacamos los zapatos y entramos con respeto. Allí cenamos, escuchamos sus hermosas historias y cada uno de nosotros tuvo que contar cuál es su río, su casa, su canoa y su montaña. En sentido metafórico, fue hablar de nuestra tierra, nuestras familias, nuestros proyectos y nuestras raíces. Fue un momento muy bello y espiritual para todos.
Luego dormimos todos juntos en colchones sobre el piso, que habían preparado para nosotros. Rodeados de esas imágenes bellísimas que no nos permitieron fotografiar y que llevamos dentro de nosotros.
- Tirarnos a las heladas aguas del Océano Pacífico para nadar con delfines... ese era el proyecto de ese día. Nos dieron los trajes de neoprene, el snorkel, las antiparras y las patas de rana. Salimos en una lanchita blanca y navegamos un buen rato dentro de un mar rodeado de montañas nevadas en una mañana muy, muy, muy fría. De repente la lancha paró y vimos, como en un sueño, cientos de delfines que se acercaban. Nos dieron la orden y saltamos de la cubierta. Era difícil nadar con el traje de buzo, tenía miedo de meter la cabeza dentro del agua pero lo hice y vi a los juguetones delfines que se acercaban y nadaban a nuestro alrededor. Me tiré de la lancha dos veces y cuando todos se tiraron la tercera vez, yo preferí ver desde la lancha ese espectáculo: los animales más bellos del mundo nadando en libertad.
- Bañarse en las piletas termales de Hanmer Spring, al norte de Christchurch. En el medio de un paisaje nevado, y una temperatura de 0º afuera, uno se mete en las piletas de agua caliente a 35º, 36º y 40º grados. Es muy loco ver la gente en malla por todas partes caminando entre el vaporcito.
- Perdernos en un laberinto gigante en Wanaka...
- Hacer Rafting Grado 5 en Kaikura... increíble adrenalina...¡Jamás creía que podría animarme a algo así en mi vida!
- O andar en jet a toda velocidad por el cañón del río Shotover en Queenstown admirando la destreza increíble del conductor, pero gritando cada vez que parecía que nos estrellábamos contra las rocas...
Cada uno de mis recuerdos de este viaje es como una postal en acción. El aire frío y vivificante, los paisajes nevados, los cielos inmensos y azules...
Sí, este contraluz increíble lo saqué yo... y con la camarita compacta! |
Lagos y playas, aguas termales, animales... Y un montón de actividades para recordarnos que la vida es hermosa y vale la pena ponerse en acción, no es cierto, Juli?
Imagino lo que habrás sentido cuando "perdiste" tu reflex... pero también comprendo la sensación de libertad que tuviste después. En los últimos años, con la llegada de las cámaras digitales y los celulares, noto que la mayoría de las personas está más preocupada por disparar fotos que por gozar de lo que ocurre antes sus ojos... Hay un mar inmenso frente a ellos, pero terminan mirándolo en el rectangulito de una pequeña pantalla, ay...
ResponderEliminarIgual, al menos te quedó la compacta para regalarnos algunas huellas de tu paso por Nueva Zelanda, una maravilla. Y me sorprende lo temeraria que sos, toda una aventurera! (yo solo me hubiera animado a rodar en las bolas transparentes :)
Abrazo y feliz comienzo de vacaciones!
Sí, Betina, el accidente de mi reflex fue un hito en mi vida...ja, ja... Porque siempre tuve la fantasía de ser fotógrafa, qué se yo, esos delirios... así que primero heredé una reflex de mi suegra y con mi amigo Marcelo, que sí es fotógrafo de los buenos, aprendí a revelar en blanco y negro y ampliar... Tardes enteras haciendo eso, me encantaba! Después me pude comprar la Nikon reflex analógica y la verdad verdadera, siempre fue fuente de frustración, porque yo no domino la parte técnica, es más, me aburre y entonces con el uso manual nunca me salían las fotos que esperaba. Recuerdo la sensación de rabia que me daba ver las copias impresas, nada que ver con lo que yo había visto...
EliminarIgual insistí, me compré la reflex digital y me inscribí por fin en un curso de fotografía en Quilmes, tres veces por semana, un esfuerzo enorme. Ese curso terminó de sacarme las ganas de sacar fotos. La gente que iba allí quería ser fotógrafo social, y yo odio sacar fotos en eventos, además soy muy mala ( por mi timidez). Así que guardé la reflex después de arreglarla, por supuesto... Y la felicidad para mí fue empezar a sacar fotos de calidad con mi Lumix automática, que tengo hace poco más de un año... ¡Qué lindo, solo encuadrar! Por eso cuando descubrí tu "Liquid ámbar" me sentí tan identificada porque eso que ponés en tu perfil me representa ampliamente.
En cuanto a que soy temeraria, para nada... Pensá que a esa excursión fueron los alumnos que no fueron a Australia a la gira de rugby, todos muy tranquis... O sea que nos dábamos ánimo entre todos, todas las actividades estaban incluídas, cómo las ibámos a desaprovechar? Al que se retobaba yo le decía: Una vieja como yo se mete cómo vos no vas a poder??? Entendés? Lo que no conté es lo mal que la pasé en Cardona tratando de esquiar. Odié ese día. Intenté unas horas y después fui a sacarme esas botas de porquería y me quedé toda la tarde en la confitería viendo cómo los otros esquiaban, algo hermoso... tomando café y leyendo un buen libro.
A mí no siempre se me dio por la fotografía (o no me daba cuenta de cuánto me gustaba). Pero hace unos años, cuando adquirí mi pequeña Canon compacta, descubrí el mundo de la fotografía digital con todos sus encantos: poder sacar cientos de fotos sin tener que andar cambiando rollos, no tener que llevarlas a revelar, ver al instante cómo quedaron, etc. Hace rato tengo ganas de hacer algún taller para aprender más, pero me da dudas: por un lado porque, como a vos, me embola lo técnico; y por otro, porque temo que estar pendiente de cómo "debe" sacarse una foto le quite espontaneidad al asunto... Hasta ahora, mis paseos, el azar y la intuición me dicen cómo hacerlo , y de lo que veo a lal disparo hay apenas unos segundos... Así que leí con gran interés tu experiencia... ahora tengo más dudas, jaja!
EliminarEn tu caso, de volver a hacerlo, estaría bueno que pruebes con un taller de fotografía creativa (nada de sociales!)...
Ah... vos decís que no sos temeraria, pero te aseguro que a mí, por más all inclusive y espíritu de grupo que hubiera, no me hacían hacer rafting ni mamada..Lo del esquí lo comparto (soy muy mala deportista en general); yo hubiera hecho lo mismo que vos: ver la nieve tomando un café calentito y leyendo un buen libro.
Beso!
Bueno, Betina, quizás un buen modo de conocernos sea animarnos a hacer algún curso en Buenos Aires, bueno, creativo, loco... Que dejaremos al mes si nos embola, para seguir con nuestras fotos automáticas paseando por ahí.
EliminarUn abrazo.
Buena idea, Eleonora! Cualquier novedad, nos comunicamos vía mail (betinazeta@hotmail.com).
EliminarOtro grande.
Liliana, me encanta que te haya gustado Nueva Zelandia. Para mi Rotorua fue lo mas alucinante y ver los crateres de volcanes de cerca con lava y las piletas termales de distintas temperaturas. Ahora, tenes que planear tu aventura con Daniel a Australia. Los espera the Great Ocean Road that is an Australian National Heritage listed 243-kilometre stretch of road along the south-eastern coast of Australia between the Victorian cities of Torquay and Warrnambool. Creo que es para quedarse y verlo en distintas horas del dia y mirar los colores del amanecer y atardecer en los acantilados...te recomiendo The Twelve Apostles. FELIZ DIA DE LA AMIGA!
ResponderEliminarGracias, Valeria! Ojalá pueda conocer algún día Australia. Acabamos de despedir a dos profesores de Música que son de allá, un matrimonio joven maravilloso que también nos lleno de ganas de conocer ese país.
EliminarSí, Rotorua es maravilloso, diferente, un lugar alucinante como decís vos.