A Daniel y Julián, dos fanáticos de Gaudí
Una mañana soleada de invierno en Barcelona. Un día ideal para visitar la obra más refinada del arquitecto-poeta catalán. Atravesamos la ciudad desde el Barrio Gótico, pasando por la Plaza Catalunya hacia el señorial Paseo de Gracia, donde se lucen los bellos edificios modernistas.
La Casa Batlló, construida entre 1904 y 1906 –¡hace ya más de cien años!- por encargo del industrial textil Josep Batlló, en plena madurez artística del genial Antoni Gaudí, es una obra maestra de la arquitectura de todos los tiempos. Allí el gran artista juega con la luz, la forma y el color de una manera que nos seduce, nos enamora y nos emociona hasta las lágrimas.
Todo el gran edificio refacccionado por el arquitecto, nos transmite un mundo onírico, con sus formas orgánicas, sus luces y reflejos del fondo del mar, sus formas curvas en cada detalle arquitectónico. En este edificio de cuentos no hay una sola pared o puerta recta, todo es ondulado, espiralado, cóncavo o convexo...
La fachada
El frente de la casa se distingue entre los otros bellos edificios modernistas con luz propia. Todo revestido de trancadís y cerámicas, nos recuerda el brillo de la superficie del mar o quizás los estanques y los nenúfares de Monet...
Los balcones y ventanales
Los nueve balcones y 4 terrazas distribuidos por la fachada le dan ese aspecto tan especial y carnavalesco. Según cómo las miremos parecen la parte superior de una calavera o máscaras de carnaval. Lo sorprendente es que están hechos de una sola pieza de hierro fundido.
Los enormes ventanales del gran salón del primer piso lucen unas extrañas columnas que parecen huesos.
El gran salón
Este sorprendente espacio es el corazón del edificio. El trabajo de la madera en puertas y ventanas, el artesonado del techo en forma de remolino marino, los vitrales, y esa luz límpida y maravillosa resultan hipnóticos. Un lugar soñado en el que quisiéramos quedarnos para siempre.
El vestíbulo Battló
Se parece a una gruta subterránea, o quizás a la nave del Capitán Nemo, con sus raras claraboyas orgánicas y una impresionante escalera que representa las vértebras de un gran animal.
El patio de luces
El patio interior o pulmón, que en la mayoría de los edificios normales es un pozo descolorido y gris, aquí es el espacio mágico que reparte luz y aire por todo los pisos. Se encuentra revestido con cerámicas de 5 tonalidades diferentes de azul, en una gama que nos recuerda los distintos tonos de las profundidades del Mar Mediterráneo.
El jardín de cerámica
El comedor de la familia tiene amplios ventanales que dan a un patio terraza decorado con un jardín de flores eternas de cerámica con sus brillos y colores eternos que nos deslumbran.
Arcos catenarios
En el último piso destinado al desván del edificio y a los espacios para los lavaderos, nos sorprende un espacio inundado por el color blanco y que recuerda a la caja torácica de un animal, quizás una ballena, quizás el dragón de Sant Jordi. Los arcos catenarios son la marca de la arquitectura de Gaudí. Y aclaro que son estructuras realizadas con ladrillos, no hay un arco idéntico al otro, como en las formas de la naturaleza.
La terraza
Adornan la azotea cuatro conjuntos de chimeneas de formas sinuosas, estilizadas y policromáticas diseñadas para impedir que el aire resople de vuelta hacia adentro. Estas que podrían ser simple columnas, se transforman en obras de arte únicas.
La cruz y la columna del dragón
La cruz es un elemento habitual en las obras de Gaudí, inspirado en un fruto de ciprés abierto, señala los cuatro puntos cardinales desde el punto más alto de la imponente terraza.
Pero el toque fantástico que puede apreciarse tanto desde la calle como de cerca desde la azotea es la terminación del techo. Formas onduladas recubiertas con tejas de colores que representan escamas. Las cerámicas de gran tamaño, se van encastrando en lo que parece la columna vertebral de un animal. ¿Quizás el dragón que mató Sant Jordi?
Todo es maravilloso en esta casa mágica pero a mí me enamoró especialmente el efecto que se produce en los balcones interiores de vidrio que dan al patio de luces. Nos parece estar sumergidos en un mundo de agua, de luz y de belleza.
La Casa Batlló está abierta al público desde el año 2002, después de importantes obras de restauración que permiten mostrarla actualmente con todo el esplendor de la época en que fue construida por Antoni Gaudí.
Si van a Barcelona, no se conformen con ver esta hermosa casa por afuera, dedíquenle una mañana, mejor si hay sol para percibir los impactantes juegos de luces. Y aprovechen la audio-guía que potencia la experiencia visual con un material lleno de sugerencia y de poesía.
Esta casa de Gaudí, es mágica. Uno se siente en un espacio que respira, vibra, va cambiando a medida que nos desplazamos. No olvidemos que la gran influencia del artista fue la naturaleza: caparazones, médulas, frutos, ramas y nidos.
ResponderEliminarUna obra para la eternidad !
Es así, Daniel, es un espacio orgánico, vivo, lleno de belleza, simpleza y funcionalidad, donde cada detalle está pensado a la medida de la felicidad del hombre.
EliminarCiertamente, no dan ganas de irse de un lugar tan maravilloso, tan fuera de este mundo; y por otro lado imagino a quienes vivieron allí y pienso: ¿cómo se procesa semejante sobredosis de belleza? Cuando lo extraordinario se vuelve cotidiano, ¿satura, pierde fuerza su magia o, por el contrario, se vive como una gracia cotidiana, un asombro permanente?...
ResponderEliminarSabés que me encanta tu diario de viajes, Eleonora. Las fotos son muy bellas y tus descripciones están a la altura de esa belleza. Además, no sé si te lo dije (bué, es la edá :), pero tu cuaderno merecería ser publicado, es una obrita de arte en sí mismo.
Gracias por este nuevo viaje, un placer
ps: salvando las distancias, Casa Batlló me recordó a Casapueblo, tan hermosa también con su "falta de paredes y puertas rectas", sus formas orgánicas y, especialmente, con su increíble ubicación y vista al océano.
Hola Betina!
ResponderEliminarLa familia Battló era gente de la burguesía, en aquel entonces, la gente que había logrado una fortuna considerable construía estos edificios modernistas, eran encargados a arquitectos estrellas del momento. De hecho, la manzana donde está la Casa Battló es conocida como la manzana de la discordia, porque allí compiten en su belleza varias casas de la época.
Pienso en el entusiasmo del dueño acompañando todas la ideas increíbles para la época que le propondía Gaudí, cómo resistirse a esa fantasía, pasión e ilusión?
El primer piso o planta noble era para la familia y el resto de los pisos para alquilar, o sea para rentas.
Cuando llegamos al patio, que ahora está vacío te cuentan cómo eran las fiestas familiares, y a uno le parece estar viendo a esos fantasmas del pasado.
Me parece que el ser humano está hecho para la belleza y que toda esa estética, esa luz, esos colores en la vida diaria seguramente potencian la felicidad.
Y los cuadernos de viaje que hago cada noche, recortando folletos y dejando sólo palabras son meros juegos para tratar de retener lo efímero...
Cuantos recuerdos gratos al leer tu post de la Casa Battlo!!!
ResponderEliminarGracias por tu relato detallado que me permitió revivir la experiencia.
Saludos, Susana S.
Qué bueno, Susana, esta Razón del Gusto sirve para devolvernos las experiencias felices! Gracias por pasar y por tu comentario!
ResponderEliminarrecien vi la dedicatoria, graciaas!!
ResponderEliminar