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lunes, 26 de noviembre de 2012

Boltanski en Buenos Aires

Migrantes: fantasmas del pasado

A Nicola, Catalina y José, mis abuelos inmigrantes


"Me impresionaron los pisos donde están los archivos. Recuerdo que vi que estaban todos los papeles sobre el piso, apilados. Miles y miles de vidas… Hay tanta gente, hay tantas historias, acumuladas en este lugar… Algún tuberculoso, alguno que dejó a su novia para venir a América… Hay miles de historias.
 Recuerdo, también, que había tanto polvo entre los papeles, que tenía los ojos enrojecidos. Estaba toda esa masa de historia devenida una forma de polvo"

"Lo que trato de hacer con mi trabajo es plantear preguntas, hablar de cosas filosóficas, no por  historias a través de palabras sino por historias a través de imágenes visuales. Hablo de cosas efectivamente muy simples, comunes a todos. No hablo de cosas complicadas. Lo que intento hacer es que la gente se olvide de que es arte y piense que es vida. Para dar esta impresión de vida me sirvo de medios artificiales, del arte; no es la realidad, hago teatro; trato de que el espectador en ese momento ovide que está en un museo"
Christian Boltanski







A veces es necesaria la mirada de otros para descubrir eso que está tan cerca y en lo que nunca hemos reparado. Creo que, para los que han ido alguno vez a Nueva York, es una cita imprescindible visitar la Estatua de la Libertad y el museo de los inmigrantes en Ellis Island, yo no fui la excepción. Sin embargo, nunca me pregunté por dónde habían entrado mis abuelos, cómo habían llegado al puerto de Buenos Aires, todo el proceso de inmigración a un país lejano, con otro idioma, jóvenes, solos, después de meses de viajar hacinados  en un barco. 



Mi abuelo italiano siempre recordaba la despedida de su familia, a los 14 años. Saludando desde la cubierta del barco a su mamá y a sus hermanos hasta que sus figuras se convirtieron en un puntito diminuto en el puerto. Venía a "hacer la América", a ahorrar para traer a su familia a la tierra de las oportunidades. Pero los años pasaron, y ese joven se hizo hombre y llegó el amor, y luego los hijos y las responsabilidades y un día le llegó una carta con la noticia de la muerte de su madre.
Así, con mínimas variaciones han sido las historias de millones de inmigrantes que desembarcaron con sus valijitas, muertos de hambre, de miedo, de tristeza y de dolor. Llenos de esperanza, huyeron de la guerra o de la pobreza, cruzaron el océano y todos pasaron por el Hotel de Inmigrantes.


Este enorme edificio, ubicado en la avenida Antártida Argentina 1355, alberga hoy una muestra imprescindible, la instalación del artista francés Christian Boltanski. Con espacios amplios, escalinatas de mármol blanco, paredes revestidas de cerámica blanca, enormes ventanales por donde se ve el río, el espacio habla por sí solo de vida, sobrevida, muerte y memoria. Con doce habitaciones donde dormían 250 personas en cada una. Con comedores con turnos de hasta mil comensales. Con enfermerías, lavaderos, oficinas, depósitos, este lugar sedujo a este artista reconocido internacionalmente por sus trabajos sobre el dolor y el pasado.


En Migrants, el espectador hace un viaje hacia el pasado. A medida que vamos internándonos en cada sala, nos involucramos intensamente porque todo apunta a una reconstrucción del sentimiento, es decir a una representación donde prevalecen los recursos sonoros, espaciales y lumínicos que proceden del universo teatral.


Con elementos muy simples, Boltanski crea una atmósfera onírica de enorme potencia poética. Cientos de lamparitas, ojos impresos en cortinas de baños, móviles de chapa, sobretodos de paño colgados en el aire enfundados en naylon, camas de hospital, haces de luz y una rara niebla que borra los límites como el polvo en el viento, como la niebla en el océano. Todos estos recursos visuales son acompañados por una banda sonora: los murmullos ininteligibles de voces de hombres, mujeres, niños, niñas, adultos, ancianos que en distintos idiomas repiten su nombre y apellido, edad, ocupación, fecha de llegada, todos datos extraídos por el artista de los archivos polvorientos.


Transitar Migrants es un viaje a la semilla, un internarse en la bruma de los tiempos para recuperar una atmósfera, un susurro de la memoria, un haz de luz de nuestra historia personal y colectiva.

Les recomiendo que hagan la primera recorrida sin cámara fotográfica, metiéndose de lleno en el clima que propone el artista, sin conversar ni mucho menos tomar una visita guiada. Aquí no es necesario que nadie nos guíe, solamente nuestra mirada, nuestro pensamiento y nuestro sentimiento, para sentirnos dentro de esta monumental obra de arte contemporáneo. 



MUSEO de INMIGRANTES
Av. Antártida Argentina 1355 C.A.B.A Tel. 4317.0285 ENTRADA GRATUITA

Martes a domingos de 11 a 20 hs.
Visitas participativas: VIERNES 18.30 hs. / SÁBADOS 15.30 hs.y 17hs.

5 comentarios:

  1. Muy bueno Lili,me refiero a los inmigrantes.Como sigo en la vida,tambien tengo en mí comentarios sobre el "hotel de inmigrantes".Con los años fuimos
    con Jaime a conocerlo pero sin Bolstanski.Beso.

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  2. Si bien Boltanski se copió de mi el uso de la ropa colgada, la muestra fue impactante. Arte conceptual del bueno, el artista nos hace entrar en un clima absolutamente sobrenatural reviviendo esas presencias-ausencias, que pasaron por ese Hotel.
    El lugar, ideal para el tipo de instalación, espacios grandes, blancos, con ese humo que desvanece los límites. como escribió el artista, uno realmente se olvida que está en un museo.

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  3. Sí, Daniel, los ojos, esos ya los había hecho vos.
    Me encantó lo que escribiste, gracias.

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  4. Qué ma-ra-villa la muestra!!!
    yo fui hace 1 semana y estuve tambien en NY. Nada es comparable.
    las dos. No se comparan.
    y tenés mucha razón, me refiero más allá de los inmigrantes a lo de la cámara. desgraciadamente yo hize la primera vez con la misma y no me la pude meter de lleno. las fotos son increíbles!!!!!!!!
    las sacastes vos misma?
    viaje a la semilla de una.
    Espero volver a ir, pero esta vez sin la camara.

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    Respuestas
    1. Gracias por tu aporte, Bolti.
      Justamente no llevé la cámara porque se la había llevado a mi hijo, y fue mejor porque pude sumergirme en ese clima, y realmente me emocioné muchísimo.
      La última foto la saqué con mi celular,pensando que no iba a salir bien, porque es un aparato común y silvestre, pero me llevé una gran sorpresa, la verdad que logré una imagen muy sugestiva.

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