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martes, 30 de diciembre de 2014

Tres años de Razón del Gusto

Nuevos horizontes


Recreo en el jardín de mi colegio. Ph: Érica Ferioli
¡Razón del Gusto cumple 3 años! Con mayor o menor dedicación según la época del año, siempre ha sido un gran motivo de inspiración para ponerme en movimiento y salir a mirar, a probar, a escuchar, a registrar con notas ligeras o con fotos automáticas todo lo hermoso que aleatoriamente fue llegando a mí.
Quizás el 2014  fue especial para este blog por la inclusión en el terreno de la crítica teatral, o mejor dicho de los subjetivos comentarios de mi experiencia como espectadora a obras del circuito off de Buenos, a las que fui invitada por Andrea Feiguin de Tehagolaprensa. Que hayan valorado Razón del Gusto como medio para acercar estas maravillosas propuestas a un público alternativo, que no es el que se guía por las críticas de los diarios, me llenó de alegría y de motivación. Recuerdo todavía mi sorpresa cuando recibí el primer mail  dirigido a Lili Schwab de Razón del Gusto, con la invitación de prensa para ver Historia de amor (últimos capítulos)  en El Kafka, fue la primera entrada que luego fue leída y valorada por su director, algo hermoso e impensado para mí. Creo que el fuerte del blog este año fue la sección Teatro en Buenos Aires... ojalá vuelvan a dar en el 2015 las obras que comenté este año, que recomiendo con pasión.


Después están las películas, los libros, los lugares, las exposiciones... Todo lo que me gusta y a medida que pasa el tiempo me gusta más. 

Gracias a todos los lectores de este blog: a los fieles seguidores de la primera hora, a los que se fueron agregando, a Daniel, a Berta, a Noelia,a Guillermo Bléfari, a los bloggeros que comentan (ellos como Betina o Caro son una mirada muy valorada por mí), a los que pasan de casualidad porque pusieron un tema en el buscador, a todos. Esa lectura crea en mí una especie de responsabilidad gozosa que me empuja a seguir teniendo estas inmensas ganas de armar cada entrada del blog.

¡Que el nuevo año que comienza esté lleno de vivencias hermosas que puedan atesorar en sus memorias y compartir con los que quieren! Yo intentaré seguir atesorándolas en este blog que es mi memoria portátil en la Gran Nube.
Hasta la próxima entrada.

Un banco que invita a descansar y soñar...
En Villa Ocampo, Mar del Plata


domingo, 28 de diciembre de 2014

Diario de Viaje: Isla Negra

Mi lugar preferido del 2014


“Compañeros, enterradme en Isla Negra, / frente al mar que conozco, a cada área rugosa de piedras/ y de olas que mis ojos perdidos/ no volverán a ver...”
Pablo Neruda, "Disposiciones", Canto General 



Durante las vacaciones de invierno nos tomamos una semana para conocer Santiago de Chile y Valparaíso
A mí me hacía mucha ilusión conocer las famosas casas de Neruda y la verdad que la experiencia superó todas mis expectativas.

A la Isla Negra se puede ir desde Valparaíso o desde Santiago. Nosotros fuimos desde Santiago. El viaje en ómnibus dura casi dos horas. Desde La Moneda, tomamos el metro en dirección a San Pablo y nos bajamos en Universidad de Santiago. Caminamos hasta la Terminal de buses La Alameda y tomamos el bus, sale uno cada hora. El pasaje ida y vuelta nos costó 4.500 pesos chilenos, es decir unos 7 dólares aproximadamente.

Para la visita no hace falta reservar con anticipación, pero sí estar atentos a los horarios. Y conviene salir temprano a la mañana para conseguir el turno de visita, ya que hay un número limitado por día. Por lo menos esa fue nuestra experiencia durante las vacaciones de invierno.



Isla Negra es un pueblito costero, que tiene como principal atracción la Casa Museo de Pablo Neruda, por supuesto. La casa está sobre la playa, por lo tanto, mientras esperamos nuestro turno para la visita, caminamos por esa bellísima playa del Pacífico, en la que las olas rompen contra las inmensas piedras. Y luego nos caminamos hacia la casa por un camino en medio de un bosque de pinos.



 “La costa salvaje de Isla Negra, con el tumultuoso movimiento oceánico, me permitía entregarme con pasión a la empresa de mi nuevo canto” . Así relata Pablo Neruda en Confieso que  he vivido su encuentro con este lugar, que él eligió para retirarse a escribir su Canto General.



En  1938 Neruda compró el terreno con una cabaña de piedra a Don Eladio Sobrino, que fue un marino español que llegó con su barco a las costas chilenas y se quedó a vivir para siempre allí. Luego, con los años, el poeta la fue ampliando y modificando la casa, como él mismo escribió: “la casa fue creciendo, como la gente, como los árboles...”




Recorrer la casa  de Isla Negra es como internarse en un laberinto de pasillos y ambientes contiguos. Una casa sencilla y cálida atiborrada de objetos preciosos, hallazgos del gran coleccionista que fue el poeta. Desde cada ambiente de la casa, puede verse el océano, aún desde el dormitorio en forma de proa con dos inmensos ventanales para mirar el mar.





 “El océano Pacífico se salía del mapa. No había dónde ponerlo. Era tan grande, desordenado y azul que no cabía en ninguna parte. Por eso lo dejaron frente a mi ventana”.




Por eso, porque el mar todo lo domina, la casa conserva una colección de objetos relacionados con el mar que fueron juntados con pasión por Neruda durante toda su vida:
mascarones de proa, réplicas de veleros, barcos dentro de botellas, caracolas marinas, lupas y catalejos, botellas de formas extrañas, pipas... Y en el exterior, campanas, piedras, objetos de arte y hasta una locomotora...















La casa guarda en cada sillón, en cada mesa, en cada silla el bullicio de las veladas compartidas entre amigos, porque para el poeta la amistad y la hospitalidad eran un culto. En un pub anexado a la casa, hizo grabar en las vigas del techo los nombres de los poetas muertos. Allí cuentan que el propio Neruda agasajaba a sus invitados con los tragos preparados por él mismo.



En 1965, Neruda agregó a la casa un espacio dedicado a su infancia en Temuco. Le pidió a su amigo el arquitecto Sergio Soza, que proyectara un espacio para albergar el caballo de cartón piedra que estaba en la puerta de una tienda de su pueblo y él admiraba cuando era chico, y , con emoción,  encontró en un remate.  Y luego agregó la Covacha, un pequeño espacio con techo de zinc, para escuchar el sonido de la lluvia que oía  en la casa de su niñez.

La Covacha: en esta mesa, construida con una
puerta encontrada en la playa, Neruda se recluía
a escribir
En Isla Negra, Neruda guardaba además su fabulosa colección de libros que fue quemada por los militares cuando la casa fue clausurada durante la dictadura de Pinochet.


Caminar por el interior de la casa y por los jardines es una experiencia espiritual, pero acceder a su pequeña habitación en la planta alta, donde pasó sus últimos momentos antes de morir nos emociona hasta las lágrimas.





El pequeño placard con sus pocas pertenencias, las pinturas en las paredes y las ventanas sin persianas para que lo despertara el sol de la mañana, nos hablan de un hombre conectado con las cosas más verdaderas y hermosas de la vida.



Desde 1992, Matilde  Urrutia y Pablo Neruda descansan en Isla Negra. En una tumba con forma de barco donde podemos sentarnos a mirar el océano y a respirar poesía.






Bonus Track: 

Imágenes de La Sebastiana, la casa de Neruda en Valparaíso




















sábado, 27 de diciembre de 2014

Boyhood, de Richard Linklater

Mi mejor película del 2014

Para Caro Guidice, quien me enseñó tanto sobre cine


No tengo la autoridad para hacer ningún ranking sobre el mejor cine de este año, simplemente porque soy una cinéfila amateur que va al cine cuando puede y que lee poca crítica porque tiene poco tiempo.

Gracias a eso, quizás, este año por pura intuición, por dejarme llevar por el afiche o el título, vi películas hermosas como  La increíble vida de Walter MittyLa grande bellezza, Paolo SorrentinoLo mejor de nuestras vidas, Cédric KlapischAmor a la carta (The Lunchbox), Ritesh Batra , 7 cajas, de Maneglia- SchémboriMagia a la luz de la luna, Woody Allen. Y por supuesto algunas otras películas que no comenté en este blog.

Sin embargo, hoy quiero contagiar las ganas de ver Boyhood, la última película de Richard Linklater, un director que nos tiene acostumbrados a sus ensayos sobre la vida, el paso del tiempo y su incidencia sobre los vínculos humanos (Antes del amanecer, Antes del anochecer, Antes de la medianoche)


Vi esta película, que dura casi tres horas, sin ninguna información previa, después de la cena, en la pequeñísima pantalla de un avión.  Quizás por eso, por la total sorpresa, quedé totalmente enamorada, casi obsesionada por este film. Fue como ver mi propia vida, o mejor dicho, distintos tramos de mi propia vida... no porque hubiese coincidencias en los hechos, sino porque Linklater logra atrapar el fascinante devenir de la vida. Eso que se desvanece cuando estamos tan ocupados en criar a nuestros hijos o simplemente en vivir... 

Después, por supuesto, empecé a investigar y quedé impactada por el inmenso proyecto de Linklater, una película rodada durante 12 años, un mes por año, con los mismos actores, el mismo equipo técnico. ¡Todos abandonando por un mes sus vidas y sus rutinas para encontrarse en Boyhood !

Y a los pocos días, entré a la librería del Southbank BFI (British Film Institute) en Londres y ahí encontré el imponente libro del fotógrafo Matt Lankes, cuyo proyecto paralelo al de director de la película, consistió en tomar retratos en blanco y negro de los protagonistas, una por año, durante los 12 años. El efecto total es muy poderoso, un álbum sin igual, no solo del "detrás de escena" de la película, sino un testimonio de cómo el tiempo va moldeando los rostros de los actores-personajes. Si bien impacta ver el crecimiento de Ellar-Mason en esos doce años, me conmueve constatar cómo los distintos golpes de la vida y no solo los años van cambiando también los rostros adultos de los padres.



Hay mucho escrito sobre Boyhood,  pero no creo que sea una película que pueda valorarse por el éxito de taquilla o por el puntaje en Imbd. Es un verdadero ensayo sobre la memoria, sobre la familia, sobre la dolorosa y feliz experiencia de crecer. Richard Linklater desnuda a sus personajes con ternura, sin golpes bajos. Pareciera querer decirnos a nosotros como espectadores: "Bueno, relajáte, tanto amor y tanto esfuerzo, tanto equivocarte, pero al final, la vida vale la pena, y lo que hiciste hasta ahora no estuvo tan mal".

 Les presto un ratito el libro para que lo ojeen: algunos de los bellísimos retratos  de  Matt Lankes, acompañados por los textos del director y de los protagonistas de la película.






Recuerdos del presente, de Richard Linklater


I wanted the movie to seem like the memory of a young life, just rolling through time. The best analogy of how memory works that I have ever read is that it´s closer to a theatrical production than a movie or video.  Instead of pushing the rewind and play button, or watching that exact piece of film again, you´re actually restaging the event in your mind based on your recollection of the last time you conjured that particular memory. Maybe over  time  you´ve recast the parts a little, or given it a slightly different setting.  Inevitably, there might be a few new elements glommed onto it based on the circumstances and what else you were recalling from your past production of that particular memory.  I find it a beautifully unnerving thought that this story in all of our heads, this narrative of our lives that we find ourselves cast I and playing until we can´t any longer, is more imaginative than technically real. And, like being pulled into a movie, we have no choice but to accept it as the only reality we know in the moment.
So a movie of memories, but which ones exactly? With such a vast twelve-year canvas spread out before us, the question was what exactly to fill it in with. There could be all the big events and “firsts” of a maturing person, but why were so many of those moments for me now residing in some dusty file with a label reading “yes, I remember, but kind of boring and not very original”. And why were so many random, seemingly long runs in my memory? Why could I still fell and see certain things from several decades before as I they were ever-present? The looks on people´s faces, the conversations, the exact lighting, tone, and energy of a day. Good things, bad things, funny things, all there in the same place. That seemed like the right place to start. I would be personal yet I knew it would transform into something else entirely via its interplay and collaboration with not only a contemporary setting, but also through the memories and experiences of my cast. Boyhood is that new restaging, with a new cast and setting.

Yo quería que la película se pareciera al recuerdo de la vida de un joven, que simplemente fuera rodándose  a través del tiempo. La mejor analogía que he leído de cómo funciona la memoria es que tiene más en común con producción teatral que con una película o video. En lugar de apretar el botón de rebobinado y reproducir o mirar ese exacto fragmento de la película de nuevo, componemos otra vez esa situación en nuestras mentes, la formamos con los recuerdos de la última vez que evocamos ese mismo recuerdo. Tal vez con el tiempo no recordemos quién fue el protagonista de qué, o le otorguemos otra escenografía. Inevitablemente, puede haber unos nuevos elementos que le robamos a lo que más recordamos de nuestra producción anterior de ese recuerdo en especial.  Me parece hermosamente desconcertante que esta historia  que está en todas nuestras cabezas, esta narración de nuestras vidas  que estamos comprometidos a representar hasta que no podamos más, sea más ficción que realidad. Entonces, al igual que la magia del cine, aceptamos nuestros recuerdos como la única realidad que conocemos. 
Así que esta es una película de recuerdos, ¿pero cuáles exactamente? Ante un vasto lienzo de doce años que se extendía ante nosotros, la pregunta era con qué lo pintaríamos. Podríamos haber incluido todos los grandes eventos y "primeras veces" de una persona en su proceso de maduración, pero ¿por qué tantos de esos momentos para mí ahora residen en algún archivo polvoriento con una etiqueta que dice  "sí, lo recuerdo, pero fue un hecho un poco aburrido y muy poco original ". ¿Y por qué, sin embargo, había tantos otros momentos aleatorios, que perduran en mi memoria? ¿Por qué podía seguir recordando ciertas cosas de varias décadas pasadas que seguían siempre grabadas en mí? Las miradas en la cara de la gente, las conversaciones, la iluminación exacta, el tono y la energía de un día. Lo bueno, lo malo, lo divertido, todo eso en un mismo lugar. Ese parecía ser el lugar correcto para empezar. Este trabajo iba a ser puramente personal, sin embargo en el fondo sabía que la interacción y la colaboración del elenco iban a transformar este proyecto en algo completamente distinto. Boyhood es la puesta en escena de nuestros recuerdos con un nuevo elenco y una nueva escenografía cada vez.

(texto traducido al español por Julián Gluzmann)

Mason: Ellar Coltrane

Creciendo frente a una cámara...

MASON (10 años): Bueno, pero... a partir de este momento... ya no existen los
duendes en este mundo?
PAPÁ: No, técnicamente, no existen los duendes. 


MASON (15 Años): Quiero sacar fotos. Hacer arte
PROFESOR TURLINGTON:  Cualquier idiota puede sacar fotos, Mason.  Arte, 
eso sí es algo especial. ¿Qué podés dar vos al arte que nadie haya dado ya?
MASON:  Eso es lo que estoy tratando de encontrar.
PROFESOR T: Ponéle garra entonces.

MASON (16 AÑOS): Finalmente yo me imagino esto. Es como cuando se dieron cuenta
de que iba a ser demasiado caro construir  cyborgs y robots. (...) Decidieron dejar
que los seres humanos se convirtieran en robots. Eso es justamente lo que está pasando ahora.




Mamá: Patricia Arquette

SAMANTHA:  ¿Cuánto tiempo más nos vamos a quedar acá?
MAMÁ: Nosotros... bueno, no sé... no sé... Yo no tengo todas las respuestas.

MAMÁ: ¿Podés creer que los dos ya terminaron el colegio?
PAPÁ: No, no, no puedo creerlo. A propósito, hiciste un gran trabajo con ellos.
MAMÁ: Gracias por decirlo. Nunca pensé que te iba a oír decir eso.


MAMÁ: Sabía que este día llegaría. Pero no me imaginé que ustedes dos
estarían tan jodidamente contentos de irse de casa.



Papá: Ethan Hawks

MASON: ¡Que bueno sería si pudiera usar paragolpes! (en el bowling)
PAPÁ:  Los paragolpes son para los chicos, ¿vos qué tenés, dos años? No quieras
paragolpes en el juego, la vida no te da paragolpes.


Samantha: Lorelei Linklater

Junto a papá

Según Cines Argentinos, todavía están dando la película en un solo cine, el Arte Multiplex Belgrano, yo la voy a ir a ver en pantalla grande antes de que se termine el año . ¿Y ustedes, se animan?

sábado, 13 de diciembre de 2014

Temporada de Pathos en Café Paraíso

Cuadros para escuchar y música para ver


Mucho se habla de la "experiencia artística", que es algo muy diferente a la audición o simple recepción de una obra.





Todos los que asistimos ayer a Casa Paraíso nos sentimos inmersos en esa fiesta de los sentidos.



Casa Paraíso, café cultural,  es una vieja casa chorizo de Quilmes pintada con colores alegres y decorada con banderines y objetos vintage. Con un buen gusto sorprendente y la calidad humana y profesional de Matías y Daiana, logra hacer real la frase que repite Mati: "Siéntanse en su casa" . No es casualidad que este fuera el lugar elegido para presentar el proyecto de dos Danieles que coinciden en el espíritu lúdico del arte. 


Daniel Glüzmann, con su proyecto pictórico de intervenir viejos cuadros paisajísticos, comprados en galpones de demolición o  en anticuarios, empezó hace algunos años con la obsesión de los patitos de plástico, allí van apareciendo  por todas partes, contaminando todo con su extrañeza.

La sorpresa del pescador, óleo sobre tela (2013), ph M. Solís

Daniel Jauri, joven músico y compositor quilmeñoa, graduado en la Universidad Nacional de Quilmes, afirma que cuando vio la obra de Daniel Glüzmann, apareció en su cabeza la música, y se puso a crear. Luego vinieron los domingos de ensayo con el quinteto.


Ayer los que estuvimos allí pudimos disfrutar  de este evento multidisciplinario  entre amigos, en un lugar cálido y único. Y se produjo la magia, mientras los músicos tocaban aparecían en nuestra pantalla mental cada cuadro de Daniel. Con simpáticos efectos de vestuario y utilería le lucío en cada tema el  quinteto de músicos : Daniel Jauri en piano y mélodica, Brenda Ferro en flauta, Sara Martínez Echauri en saxo alto, Nataly Reynoso en violonchelo y Leyla Ludueña en percusión.



foto Marcelo Solís


A continuación el hermoso texto de la Licenciada en Artes Marcela Paravano, que acompaña el catálogo, corre ciertos velos con su análisis profundo y su lenguaje poético sobre la exquisita y desconcertante obra del artista.


"...cuando el conejo se sacó un reloj del bolsillo del chaleco,
lo miró y echó a correr, Alicia se levantó de un salto,
porque comprendió de golpe que ella nunca había visto
un conejo con chaleco, ni con reloj que sacarse del bolsillo y
ardiendo de curiosidad, se puso a correr tras el conejo
por la pradera, y llegó justo a tiempo para ver cómo
se precipitaba en una madriguera que se abría al pie de un seto"
Lewis Carrol, Alicia en el país de las maravillas


El señor que pacíficamente pesca en la orilla del río tampoco había visto un pato de esa naturaleza en ese lugar. Tampoco el agua que cae de la cascada jamás vio cómo una presencia tan ingenua e infantil se instalaba en la altura para observar desde allí el paisaje desplegado en un óleo que, entre los objetos de un anticuario, había encontrado Daniel.
Menos aún el Ängel de la guarda, aurático ser protector, habría de encontrarse en el mismo cuadro que el pato amarillo. Objeto persistente, inquietante, mostruosa desproporción amarilla escondida en la piel de la inocencia.

Patito de juguete, juego infantil olvidado, pone a prueba una distancia, la de los sueños y lo real. Así es como el pathos, lo que nos fuerza a pensar algo que es inaplicable a un objeto según Deleuze, se comunica con lo sensible-espectador para despertar en él alguna emoción anterior.

Plástico inútil, ingenuo, logra a través de la repetición el retorno de lo inanimado. Como Tancredo que vuelve a asesinar a su amada en el bosque encantado, el pathos nos recuerda y repite casi con un rasgo demoníaco, que tanto lo bello y grandioso como lo espeluznante y angustiante son la máscara bifaz del complejo mundo-imagen.

¿Dónde transcurre la acción? Por tratarse de una temporada de pathos, en el sinuoso espacio flotante entre la tela y el espectador y un poco más adentro del espectador que sobre la tela. Las pinturas arrojan la ambigüedad de un juego de proporciones imposibles para descolocar a quien contemple.

Las reflexiones sobre lo siniestro en el arte expresan en el surrealismo pop los ecos y equivalencias de una estética que no pertenece al dominio de la representación como doble del mundo sino como disfraces enmascarados en lo inanimado que cobra vida.

Lo inanimado que cobra vida, la exageración de algún aspecto de nuestro mundo visual, la desproporción intencional constituyen también lo inesperado. En el campo visual, lo inesperado interpela nuestra lógica e inmediatamente estalla la contradicción. Todo puede ser ahora, lo siniestro amenaza con su irrupción un orden establecido pero efímero.

Freud define lo siniestro como algo familiar y conocido que es a su vez extraño e inquietante. Algo que debía permanecer oculto y secreto pero que se ha manifestado. Siempre es algo peligroso que transforma un amable patito de juguete en la revelada presencia de una emoción reprimida.

Impenetrable complejo que vuelve la experiencia sorpresiva y fascinante.

Así como los reflejos, los ecos y el doble no pertenecen al dominio de la similitud, la imagen liberada de los designios de la representación y de la función de doble del mundo, aterra y modifica la percepción como llamas envueltas en un "terciopelo azul".
Temporada de pathos, temporada de caza; los ojos que miran esperan ser mirados por una belleza espesa que contiene en su signo lo terrible al acecho.

Marcela Paravano

Galería de imágenes

Todos los patitos, óleo y pastel sobre tela, 2014. PH M. Solís

El pato ayuda al Ángel de la Guarda, óleo sobre póster,
2014, Ph M. Solís


El baño del pato, óleo sobre bastidor, 2014, Ph M. Solís


El resplandor, óleo sobre tela, 2014, Ph Marcelo Solís

Naturaleza y artificio, óleo sobre tela, 2013
Ph M. Solís

Galería de amigos en Casa Paraíso

Eduardo D´Argenio, Sergio Pujol, Daniel Glüzmann y Mariano Cabano

Marcelo Solís y Daniel Glüzmann


Daniel Glüzmann, Alejandra Bagolini, Silvia Falco y Marcela Paravano


Daniel Glüzmann y Cristian Ton
BONUS TRACK

Temporada de pathos: video Manuel Glüzmann, música Daniel Jauri
 ( si no ve el video haga click aquí)