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miércoles, 23 de diciembre de 2015

Un cuento de Navidad

Había una vez una nena...

A  mi mamá, a  mi papá, a mis abuelos y a la niña que fui.


Escribí esta entrada hace tres años, releerla me ayudó a entender el nudo en la garganta que tengo, que ya no es llanto sino un sentimiento que no me gusta, mezcla de tristeza y desilusión por los tiempos que corren; ternura por el amor de mi familia y mis amigos; emoción porque nunca más que hoy me aferro la utopía laica del amor.

¡Paz y amor para todo los hombres y mujeres de buena voluntad!
                                                                                         23 de diciembre de 2015


Había una vez una nena de grandes ojos de asombro, cachetes regordetes y manitos con hoyuelos.

Le pusieron dos nombres Liliana Mónica, pero a su mamá, no sabemos por qué, le gustaba llamarla Moni. La Moni.




"La Moni es una santa", decía la abuela María. Porque se quedaba quietita en la sillita de comer jugando con una manzana, o con un conejito de peluche blanco. Y movía sus pies chiquitos y sus manitos graciosas, "tortita, tortita, tortita de manteca".


A la Moni, su papá, que era alto y flaco y tenía anteojos, cuando cerraba la carnicería a veces la llevaba a pasear en su motoneta. Como un sanguchito entre él y la Yoli, su mamá. Y parece que un día se llevaron un susto muy grande porque un piesito travieso de la bebé se quedó atascado en los rayos de la rueda y allí se quedó su zapatito blanco. Pero ella no lloró, porque la Moni no lloraba nunca, ni por miedo, ni por hambre ni por dolor. Por eso su abuela María siempre repetía "Esta nena es una santa".


Y así pasaba el tiempo, y la bebé iba creciendo, le salieron los dientitos, aprendió a decir "mamá", "agua", "chiche", "yo". Siempre con una sonrisa, o una carcajada liviana y fresca como el chorro de una manguera, como el aleteo incesante de un colibrí.
Pero un día de mediados de diciembre, empezaron a sonar los villancicos en las publicidades de la radio y en las propagandas de televisión y esos ojos como dos caramelos de menta empezaron a deshacerse en lágrimas finitas. Un llanto acongojado, un llanto porque sí.



La Yoli no entendía ese llanto, que no se calmaba ni con chupete, ni con abrazo ni con canción. Por eso la llevó al doctor.
- ¿Qué le pasa a la gordita? -preguntó el doctor.
- Ahora nada, pero ya van varios días que cuando escucha las propagandas de Navidad no para de llorar.
El doctor, un hombre moreno, de manos suaves y paciencia infinita, revisó a la niña con cuidado para dar el diagnóstico.
- Esta nena no tiene nada. Está en perfecto estado de salud.
-Pero doctor, ella nunca llora por nada, esto es muy raro.
-No se preocupe, señora, eso se llama emoción.


Ya hace más de 50 años que la Moni sufre ese raro estado de "no enfermedad". Nunca pensó que en sus ojos de menta, que cada vez se van poniendo más claritos, podían caber tantas lágrimas para llorar de emoción por tanta belleza en este mundo, por tanta alegría, por tanto amor, por tanta tristeza.
Y cada Navidad, aunque ya no arme ni el pesebre ni el arbolito, siente que hay algo muy profundo que la une a todos: a los que están siempre y a los que ya no están. Y le vienen ganas de llorar.

Ayer (30 de octubre de 2013), me llegó a través de mi muro de Facebook este video que es la confirmación genial de que no sólo yo sino que todos los cachorros humanos podemos experimentar la emoción por la música. ¡ Miren qué belleza!

http://actualidad.rt.com/videoclub/view/109868-video-reaccion-bebe-canto-madre


9 comentarios:

  1. Ay, Lilí... me hiciste emocionar a mí también. ¡Cuánto te quiero!

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  2. que buen cuento de navidad... felicitaciones por el éxito y alcance de tu blog. tus crónicas fueron leídas por muchísimas personas y muchos momentos de tu vida fueron y serán registrados en este diario blog maravilloso. Lograste "entretejer" tus emociones vivencias y gustos con tu vida cotidiana , antirrutinaria, sorprendente. Emocionas hasta las piedras y pones en palabras lo que muchos quisiéramos decir pero no tenemos ese don de hacer magia con el lenguaje, las palabras y el sentido !!

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  3. ¡Muchas gracias! Es cierto que este blog se parece bastante a un diario, porque en él se entreteje la experiencia. Desde la experiencia y la emoción escribo y me construyo.

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  4. Todos aprendemos a comer, caminar y hablar de manera bastante parecida. Pero cómo aprendemos la emoción, es algo único.
    Por eso, tu cuento de navidad también lo es.

    Muy lindo relato, Eleonora. Seguiré de paseo por tu blog.

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    1. Gracias, Betina, muy lindo como lo explicás.
      Gracias por pasear por Razón del gusto.

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  5. viste? luego de años aparecen personitas que se emocionan con una canción, un arbolito de navidad, un sonido, un color!! que bueno no?

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    1. Sí, Dani, gracias por pasarme este video, lo agregué a esta entrada porque no quiero perderlo.

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  6. y quien te dice que esta nenita hermosa se transforme en la Eleonora Eberle del futuro...

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    1. Sí, es una Eleonorita preciosa, y sí tenés razón somos parecidas.

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