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domingo, 2 de noviembre de 2014

Día de Todos los Muertos

"Ay, ay, ay ay, canta y no llores
Porque cantando se alegran
cielito, lindo, los corazones"

"Sueño de una tarde dominical en la alameda", D. Rivera, en México DF

Los lectores de Razón del gusto ya saben que me encanta México, su gente y su manera honrar la vida y la muerte. En los años pasados asistí a la fiesta del Día de los Muertos que organiza el Consulado de México en Argentina. Este año me decidí y mandé mis poesías al Concurso de Calaveritas. Lamentablemente por el temporal que destruyó árboles  del Museo Fernández Blanco no pudo hacerse la fiesta, pero me publicaron la calaverita clásica, que aquí comparto con ustedes:



Detalle: la Catrina toma la mano del pequeño Diego Rivera

Aquí va la versión más desarrollada, que a mí me gusta más:

Calavera con Soda
(versión extensa)
Dedicada a Gustavo Cerati

Nadie nunca oyó esta historia
yo se las voy a contar
empieza hace muchos años
en medio de un recital.

Entremetida y curiosa
la Calaca sin entrada
a codos entre la gente
se ubica sin decir nada.

Sobre el escenario un trío
le hace sonar las costillas
cuando pasa ese temblor
se siente de maravilla.

No puede quitar sus ojos
de otros ojos color cielo
Esos ojos de Gustavo
la llenaron de desvelos.

A partir de ese momento
la Pelona enamorada
no se cansa de espiarlo
a través de la persiana.

Con ese amor amarillo
esa fuerza natural
los juegos de seducción
siempre le salieron mal.

Las tazas sobre el mantel
lo invita a un té para tres
solo que en vez de la miel
derrama su amarga hiel.

Gustavo aceptó confiado
la invitación de su fan
quizás ya estaba cansado
de parecer inmortal.

Después de la sudestada
de la mano de su novia
bocanadas de humo y cielo

por fin descansa en la gloria.

Liliana Schwab



Altarcito en el Museo Fernández Blanco


Claramente lo que me emociona de esta celebración tan auténtica es su relación con la cosmovisión de los pueblos originarios, como se puede apreciar en este fragmente y en la ilustración de los códices mexicas:


" La muerte entre los mexicas
Pero vayamos al momento en que el individuo fallecía. Sabemos que la manera de morir era factor fundamental para el destino que se deparaba a la esencia del difunto. Estos destinos eran cuatro lugares. El primero, conocido como la casa o cielo del sol, estaba destinado a los guerreros muertos en combate o capturados para el sacrificio, así como a las mujeres muertas durante el proceso del primer parto, mismo que se consideraba un combate y por lo tanto a estas mujeres se les tenía como mujeres valientes, como guerreras. El Tlalocan, lugar de constante verano donde las plantas siempre estaban verdes, se destinaba a todos aquellos que morían en relación con el agua. El Mictlan era el sitio adonde iban los que morían de cualquier otra forma de muerte no asociada a la guerra ni al agua. En el Chichihualcuauhco, donde residían los niños muertos prematuramente, un árbol nodriza amamantaba a éstos hasta que se les destinaba a volver a nacer.



Arriba: los fallecidos llevaban un perrito de pelo rojizo con un collar de fibras de algodón sin hilar para que los ayudara a pasar, nadando encima del perro, un río que estaba en el inframundo llamado apanohuaya, “el paso del agua”. el perro guiaba a los muertos hasta el “lugar sin orificio para que salga el humo” o inframundo, donde habitaba Mictlantecuhtli, “señor de los muertos”. Un perro guía a un difunto ante Mictlantecuhtli. Códice Laud, lám. 26. "

Reprografía: Marco Antonio Pacheco / Raíces

Bonus track 1 del Día de los Muertos:

Momias de Guanajuato
El museo de las momias de Guanajuato, pegado al cementerio municipal , figura como una de las atracciones turísticas del lugar.
En el año 1865 del Panteón de Santa Paula se exhumó el primer cuerpo momificado, ya que la fosa en la que yacía no tenía registrados los pagos pertinentes. Desde entonces y hasta 1958 continuaron los descubrimientos de cuerpos momificados debido a las especiales condiciones del subsuelo del lugar, sumadas a la presencia de nitratos y alumbre.

Fotografías de Angelitos, Rómulo García

En la Casa Museo de Diego Rivera, una colección de fotos  de principio del siglo XX, de los llamados Angelitos, también me impactaron por su fuerza y extrañeza.







Y hoy, 2 de noviembre, recordemos a nuestro muertos, con altares a la mexicana, o simplemente mirando sus fotos, pensando en todo lo que nos dejaron y hoy sigue vivo en nosotros. El olvido es el verdadero infierno, eso... lo dicen los mexicanos, y también lo pienso yo.

4 comentarios:

  1. Felicitaciones Eleonora, me encantó tu Calaverita! (también me gusta más la versión extensa). Seguramente Gustavo le puso música y anda cantándola allá arriba... "adorable puente se ha creado entre los dos".

    Nosotros solemos asociar la muerte con tabú, silencio y llanto, por eso me resulta muy atractiva la forma en que los mexicanos convierten la muerte en otra celebración llena de colores, alegría, comida, reunión familiar.

    Pero las momias de Guanajuato no puedo asociarlas con nada feliz: qué expresiones tan terribles de dolor, de sufrimiento, ay... Y las fotos de los angelitos también me impresionan...sé que es una costumbre, pero me parecen siniestras. A propósito, me acordé de este cuentito de Silvina Ocampo: http://lenguajesanagustin.blogspot.com.ar/2010/04/las-fotografias-por-silvina-ocampo.html

    Un abrazo!

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    1. Gracias, Betina. Qué bueno que te gustó mi calaverita.
      Las momias de Guanajuato son horrendas sí, pero son una de las atracciones principales del lugar... hacen dulces con las figuritas de las momias. Colas para entrar, en fin, una curiosidad. De lindo no tiene nada, estoy de acuerdo con vos.
      En cuanto a las fotos, sí... yo también me acordé de ese cuento maravilloso de Silvina. La diferencia es que hay que pensar que esta gente tan humilde, en medio de ese dolor, se ponía su mejor ropita y se dirigía con la criatura al fotografo del pueblo para que el sacar una foto. Para ellos, sería seguramente como una estampita. Un angelito en el cielo para cuidarlos a todos. Coincido que desde nuestra perspectiva es muy extraño, hasta siniestro, como decís vos.

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