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lunes, 7 de mayo de 2012

La Feria del Libro: ¿evento comercial o cultural?

38 años de vida para la Feria más controvertida de Buenos Aires


Mañana culmina, una vez más, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Nacida en 1974 en el Predio Municipal de Exposiciones, nos ha acompañado a los argentinos a lo largo de todos estos años marcados por muy distintos climas políticos, sociales y económicos.
Tenía 16 años cuando fui a la primera con un grupo de compañeras y mi profesora de Lengua del secundario. Mi mamá me había dado algo de plata para comprarme libros y recuerdo que me perdí por los pasillos (dentro de un predio muchísimo más reducido de lo que es hoy la feria en la Rural) buscando el libro para mí. Ese día me impactaron los stands de otros países y provincias, las conferencias, la libertad de deambular hasta perderme fue algo muy nuevo y muy estimulante.

"Hacia un futuro con libros", fotografía de Patricia Goicochea


Luego, a lo largo de los años, la Feria provocó en mí indiferencia o desinterés, sentimiento de obligación, enojo y hastío, infinito cansancio, calor y pies cansados, deseos de huir al refugio de una buena librería en la calle Corrientes, donde pueda buscar y encontrar los libros que quiero en un lugar a mi medida... Quizás retornó en mí el entusiasmo cuando fui a acompañar a la presentación de sus libros a amigos muy queridos. Quedó en el recuerdo la anécdota de cuando paré con mucha convicción delante del stand de SM, Barco de Vapor, a mi amiga Diana Briones, autora de libros infantiles y le dije: " El año que viene, acá vas a estar vos" y así fue, con su primera novela premiada, "El tiempo vuela".

"Sin distracciones", fotografía de Laura Celeste Priano

Pero recién este año pude comprender qué me pasa en la feria y por qué: La Feria está pensada para hacernos creer que somos inmortales. Así caminamos acariciando con la mirada las tapas de millones de libros, de autores de todo el mundo, de ayer y de hoy, como la infinita Biblioteca de Babel servida como un gran banquete al que no podríamos degustar aunque le entregáramos toda una larga vida con sus días y sus noches. Esa descomunal proliferación de la letra escrita, esa hiperbólica devoción por el único mágico objeto de consumo que tiene alma y que sólo se enciende si lo desciframos letra a letra en un espacio mental de silencio y rara alquimia.

"De menor a mayor", fotografía de Eduardo Pelait
Este año disfruté como nunca de la Feria, me maravillé con los libros infantiles, tan hermosos que uno quisiera tener hijos chicos, o nietos o volver a ser niño... Por suerte tengo a mis sobrinos chiquitos y me pude sacar el gusto de comprar algunas de esas bellezas. Los libros de arte, por supuesto. Y las novelas... ¿cómo elegirlas, cuáles comprar y por qué? Dejarse llevar por la inspiración, obedecer al deseo. En la Feria, como en la vida, hay para todos los gustos. Y eso está bien. Veía las largas colas de fanáticas de sagas desconocidas para mí como "El Caballero de Fuego", sacándose fotos con el fondo de los libros expuestos. Libros de colores de más de 400 páginas cada uno que Alfaguara ( con buen criterio) cataloga como "Libros de entretenimiento". Best- sellers, los llamábamos antes. 
Por suerte hoy también es  best-seller Eduardo Galeano con su nuevo libro "Los hijos de los días" .¡Y pensar que allá por los negros años de la dictadura estaba prohibido "Las venas abiertas de América Latina"!
El libro de tinta y papel está vivo, muy vivo. Es una industria que mueve millones, porque hay millones de lectores que todavía quieren consumir cultura, mal que les pese a los agoreros que se olvidan de que Ray Bradbury escribió "Fahrenheit 451", justamente para exorcizar el miedo al futuro.

Comparto con ustedes, el cortometraje ganador del Oscar 2012, "Los fantásticos libros voladores", a mí me lo acercó Eduardo D´Argenio y me deslumbró.Vale la pena que se tomen unos minutos para disfrutar de esta obra de arte encantadora.



viernes, 4 de mayo de 2012

Café Literario: presentación

"La mujer en cuestión", de María Teresa Andruetto, Ed. Debolsillo

Hoy en Razón del gusto iniciamos la nueva sección Café Literario, que pretende ser un lugar de encuentro para todos lo que amamos leer y compartir nuestras lecturas.
La consigna es leer por placer, abismarnos en la promesa que nos sugiere un título, una tapa, elegir aleatoriamente entre autores en lengua española y en traducción, y juntarnos físicamente los que podamos o virtualmente a través de este espacio, para enriquecer la lectura con los múltiples puntos de vistas de lectores que tienen distintas formaciones e intereses. Una novela por mes.

Para mayo, les propongo esta novela de María Teresa Andruetto, autora que conocí el año pasado gracias a mi sobrino Alejo, el de la anécdota de "La carta sin estampilla". Como ya les había contado, Alejo tiene 6 años y le encantan los libros. Un día, yo andaba haciendo compras por el centro, cuando recibí el llamado de su mamá, que me pasó con él: 
-Hola tía, hoy en la biblioteca vi un libro muuuuy lindo, se llama "El árbol de las lilas", tenés para anotar?
-Estoy a una cuadra de la librería, Alejo, decíme la autora.
-María Teresa An-drue-tto, An- drue-tto... Anotaste, tía?
-Sí, sí, me lo acuerdo, bueno ahora mismo paso y te lo mando por correo, chau, mi amor!
Y, cuando llegué a Ramos, y pregunté por ese libro, me dijeron que era un joyita, y cuando lo tuve en mis manos me enamoré... y otra vez Alejo me dejó sin palabras, porque es un libro bello, de tapa dura y con ilustraciones, que parece para niños pero en realidad es un libro para todos, porque está lleno de poesía.



Así este año me emocioné cuando vi la noticia de que María Teresa Andruetto, había ganado el premio de Literatura Infantil Hans Christian Andersen. Distinción que pone en foco a esta prolífica autora cordobesa que me propongo conocer más.
Así, sin más preámbulos, ni reseñas, los invito a buscar esta novela y a embarcarnos juntos en su lectura.