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domingo, 17 de junio de 2012

Yerma en el Cervantes

"Yerma" o el dolor visceral de lo que no puede ser

¡Ay qué prado de pena! 
¡Ay qué puerta cerrada a la hermosura,
 que pido un hijo que sufrir 
y el aire me ofrece dalias de dormida luna!
Federico García Lorca

"García Lorca convierte al hijo en sujeto poético que nace del amor: como la lluvia que según caiga o no... da campos yermos o floridos. ¿Por qué no pensar, más bien, que Yerma y Juan caminan por paralelas que no se cruzan y que Víctor es sólo una ilusión ("maya": "lo que no es" del hinduísmo)?"
Daniel Suárez Marzal

Malena Solda y Sergio Surraco, una Yerma y un Juan auténticos e intensos

"Yerma" es la obra de García Lorca que más veces leí en mi vida... Resuenan en mi mente sus frases contundentes que puedo reproducir casi de memoria.
"Yerma" es la primera obra de teatro que vi en mi adolescencia y que marcó para siempre en mí un modo de ver el teatro. No tenía plena conciencia en ese momento de que había visto la puesta de Víctor García, ni que la actriz protagónica era nada más ni nada menos que Nuria Espert... Tenía sólo 16 años, sin embargo pude adivinar que estaba asistiendo a algo muy grande.

La asombrosa puesta de Víctor García, allá por 1974

Por eso, cuando vi que "Yerma" aparecía en la cartelera del Teatro Nacional Cervantes, un mes después de estudiarla con mis alumnos, fue una felicidad muy grande organizar ir a ver la obra juntos, pero también apareció cierto miedo de que  esta nueva versión no resistiera la comparación con la obra idealizada en mi recuerdo.
El viernes pasado, entonces, en la primera fila de la preciosa sala María Guerrero, estaba con casi todos mis alumnos de sexto año, expectantes. 
En el medio de una profunda oscuridad, se percibió el taconeo de decenas de zapatos que avanzaban inexorables, como la tragedia, cada vez más fuerte,  cada vez más fuerte hasta que aparecieron en escena Yerma y Juan, dormidos, inertes sobre un practicable de rocas, contra un muro blanco, altísimo. Si uno no conociera la obra, podría pensar que estaban muertos, dos cadáveres en el medio de un páramo yermo...

Sugestiva escenografía de Marcelo Valiente
Sin embargo, ese lecho de piedra es la fría cama conyugal de un matrimonio unido por la obligación del deber ser. "Incompatiblidad de caracteres" llamarían a eso que les pasa en una terapia de pareja hoy en día; "falta de química", le diría la sexóloga de turno de alguna revista "para mujeres"... pero para Yerma, su marido es otra cosa: "me lo ha dado mi padre y yo lo acepté... Y me miraba en sus ojos. Sí, pero para verme muy chica, muy manejable, como si yo misma fuera hija mía"

Tina Serrano, extraordinaria en el rol de la Vieja Pagana

Daniel Suárez Marzal logra una puesta moderna y simbólica y a la vez muy respetuosa del texto lorqueano y apegada a las tradiciones andaluzas. Belleza y elegancia, economía de recursos, movimientos coreográficos que transmiten esa tensión tan propia de la tragedia, son elementos muy bien combinados por el director para esta puesta vital y conmovedora.

Bello cuadro de las lavanderas, un arroyo humano a lo Pina Bausch
Malena Solda, va sosteniendo con el cuerpo y con el alma la sed que devora a la protagonista. Le da sentido a cada palabra de un texto lleno de matices que ella despierta y hace nuevo.
El delicado y colorido vestuario de Mini Zuccheri logra postales de gran potencia visual. El poder de la música flamenca en las canciones lorqueanas, que traspasan la piel en la voz del cantaor Geromo Amador y en el sonido de la guitarra de Sebastián Espósito, nos evocan lo más hondo del grito gitano, tan cercano al concepto pagano de la fatalidad de la tragedia griega.

"Quiero beber agua y no tengo ni vaso ni agua, quiero subir al monte y no tengo pies..."



Porque "Yerma" es una tragedia perfecta, el pecado de la protagonista, su hammarthia, es no conformarse con su destino: "roca que es una infamia que sea roca, porque debía ser un canasto de flores y agua dulce".
 Esa es la verdadera tragedia de Yerma: no resignarse a su sino. Su tragedia es, por lo tanto, la de todos los seres humanos, prisioneros de la fatalidad. Solo matando la "cochina esperanza"*, "con el cuerpo seco para siempre", podrá descansar en paz.


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* Jean Anouilh, en "Antígona"

 Teatro, Nacional Cervantes,
 Jueves a sábados a las 21hs. Domingos a las 20.30 hs 
Última función 27/7/12

5 comentarios:

  1. Que agregar a tu análisis tan acertado y profundo y personal de la obra. Lo que puedo agregar, es que en la obra de Víctor García quizás nos cruzamos en algún pasillo, intervalo o lugar del teatro, por que creáse o no yo también fui a ver la obra, quizás el mismo día que vos, a la misma hora y hasta quien sabe, nos sentamos uno al lado del otro... otra coincidencia y van...

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  2. No sé por qué algunos comentarios me llegan al mail pero no se publican en el blog, lo pego acá. Gracias Daniel, seguramente, nos habremos cruzado muchas veces sin saberlo antes de encontrarnos, por suerte!
    "Que agregar a tu análisis tan acertado y profundo y personal de la obra. Lo que puedo agregar, es que en la obra de Víctor García quizás nos cruzamos en algún pasillo, intervalo o lugar del teatro, por que creáse o no yo también fui a ver la obra, quizás el mismo día que vos, a la misma hora y hasta quien sabe, nos sentamos uno al lado del otro... otra coincidencia y van... Daniel Glüzmann"

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  3. Excelente crítica, Lili! En lo personal, valoro especialmente que el teatro nacional trabaje puestas ambiciosas como ésta y suba a 30 actores profesionales a escena. Qué lujo!
    Hoy salió la crítica en La Nación también, acá va el enlace:
    http://www.lanacion.com.ar/1486568-yerma

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    Respuestas
    1. ¡Gracias, Marcela!
      Coincidimos con la excelente crítica de La Nación, qué lujo!
      Los que todavía no la vieron aprovechen a ver esta obra maravillosa!

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