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lunes, 14 de mayo de 2012

"Freshwater", 50 minutos de exquisito teatro

La única comedia de Virginia Woolf por primera vez
 en Buenos Aires


 La obra
Hoy dedico la sección Teatro en Buenos Aires a "Freshwater", una pieza original, fresca y estimulante que conjuga una notable perfección formal con una ágil espontaneidad. Un verdadero hallazgo que engalana la cartelera porteña todos los domingos en el teatro El Tinglado.
María Emilia Franchignoni ha sido la "arqueóloga" que halló esta excentricidad, la ha traducido, adaptado y  puesto en escena con muchos aciertos: el adecuadísimo casting, el refinado vestuario, la dirección de actores que se parece  a una coreografía precisa, perfecta.

Y es que en "Freshwater" todo fluye naturalmente, los actores parecen disfrutar en la piel de estos excéntricos personajes de la vida artística y cultural de la época victoriana: la fotógrafa Julia Margaret Cameron y su esposo, el filósofo Charles Hay Cameron; el pintor George Fredrick Watts y su joven esposa, la actriz Ellen Terry y el poeta Alfred Lord Tennyson. También están el marinero y la criada, los cuales junto a Ellen, no pertenecen a esa aristocracia intelectual.
La acción transcurre en la isla de Wight, lugar en el que los Cameron residían en una casa al lado de la del poeta Tennyson. Allí, en Dímbola Lodge, los dueños de casa están por partir a la India, pero los preparativos se postergan por los intereses creativos. Todos son grandes intelectuales consagrados, menos Ellen, que es pura frescura. A propósito, otro hallazgo de la obra es la elección de Manuela Fernández Vivian para este personaje:  preciosa, chispeante, expresiva.
La obra se desarrolla en dos espacios que marcan la oposición entre lo viejo y lo nuevo; lo artificial y lo natural; lo estructurado y lo espontáneo. Dímbola Lodge representa al arte del siglo XIX, tan academicista y estático. No en vano se repiten las escenas en las que se alude a la tortura de las modelos que debían posar horas para el pintor o largos minutos para la fotógrafa para complejas escenas alegóricas y moralistas. Una playa en los acantilados de The Needles, por el contrario, es el espacio luminoso donde se encuentran los jóvenes, enamorados a primera vista. Sin duda, la playa simboliza la fuerza poderosa de la juventud y la libertad. Una ola de frescura que empapará a todos.
¿Los ataúdes que se esperan durante toda la obra y que se reciben al final con alegría, significarán, acaso, la muerte de los viejos prejuicios heredados de la moral victoriana y de las férreas normas academicistas y conservadoras del arte decimonónico? Si Dímbola Lodge es el pasado caduco, entonces la playa es el presente que debe disfrutarse: carpe diem.


La autora
Todos los que hemos leído "La señora Dalloway", o "Al faro", o "Las olas"; los que nos quedamos atados a su inmenso talento unido a su triste enfermedad y a su trágica muerte; los que lloramos con "Las Horas" de Stephen Daldry (aunque hayamos odiado la nariz postiza de Nicole Kidman), nos sorprenderemos al toparnos con este texto de Virginia Woolf. Fue estrenado en 1935 para su círculo íntimo del grupo de Bloomsbury en la ocasión del cumpleaños de su sobrina. Con sutil ironía, la Woolf nos deleita con esta comedia absurda en la que satiriza a su tía abuela, Julia Cameron y sus amigos artistas, sin dudas para reírse un poco de su propio círculo intelectual.
Gracias al interés que despertó en mí esta obra, volví a un ensayo de la autora que la muestra como lo que era: una intelectual valiente, una lúcida observadora de la realidad, una de las primeras feministas. En su espléndido ensayo Una habitación privada, del cual transcribo sólo un párrafo para que se queden con las ganas de seguir leyéndolo, aparece esa intelectual de avanzada que sufrió en carne propia la discriminación de género:


“algún tipo de genio debe haber existido entre las mujeres, como debe haber existido en las clases trabajadoras. De vez en cuando una Emily Brontë o un Robert Burns surgen como un flamazo y certifican su presencia. Pero es seguro que nunca llegaron a ser noticia impresa. Sin embargo, cuando leemos del ahogamiento de una bruja, de una mujer poseída por el demonio, de una curandera que vende hierbas o incluso de un hombre muy notable cuya madre se menciona, pienso que estamos ante las huellas de una novelista perdida, de una poeta suprimida, de una Jane Austen muda y oscura, de alguna Emily Brontë que se deshizo los sesos en el páramo o que trajinaba y sufría por los caminos, enloquecida por las torturas a que la sujetaba su genio.” 

La directora
María Emilia Franchignoni pertenece al fenómeno de las jóvenes dramaturgas argentinas que están ocupando un lugar muy importante dentro de la escena teatral reservado sólo para los hombres, salvo honrosas excepciones, por supuesto, como el caso de la Gambaro. Lola Arias, Romina Paula entre otras, han dado algunas de las mejores propuestas teatrales de los últimos años.
Me parecen muy interesantes las palabras de María Emilia que explican la elección de esta obra:
Retrato de Ellen Terry por George Fredrick Watts

 "Virginia Woolf escribió una sola pieza teatral en su vida, Freshwater. Comenzó a escribirla en 1923, luego la retomó y finalizó en 1935, año en que fue representada. Esta será la primera versión en español en el mundo y me enorgullece llevar a escena por primera vez aquí, en Buenos Aires, la obra de quien ha sido un referente intelectual y artístico para mí.  Como figura destacada del feminismo, es importante haber rescatado este texto de los márgenes de su corpus literario; por su humor corrosivo, por su mirada crítica y amable sobre el arte y la vida.
Concibo Freshwater como una celebración de lo teatral. Para una escritora cuya vida estuvo marcada por el sufrimiento y, cuyas heridas fueron relato en su producción literaria; en su única obra dramática, Virginia Woolf eligió sonreír."


Probablemente, el delicioso personaje de Ellen Terry, esta actriz que a los diecisiete años se atreve a dejar a su anciano y aristócrata esposo huyendo del aburrimiento, sea la síntesis de la búsqueda femenina de esas grande mujeres de los siglos pasados que han abierto caminos para que hoy, el genio de estas jóvenes e inspiradas artistas, como María Emilia, pueda expandirse sin techo.

Los fotógrafos  
Como a mí me gusta tanto la fotografía y en mi otra vida, seguramente seré fotógrafa, no puedo dejar de  hablar de los fotógrafos protagonistas de esta nota.

En primer lugar de la protagonista de la obra, Julia Cameron. Allá por 1999 tuve la suerte de ver algunas de sus fotografías en el Metropolitan Museum of Modern Art de N.Y. junto a otras fotos de la época victoriana, como las de Lewis Carroll. Lo que caracteriza a su obra es ese efecto flou, esa falta de nitidez que le da esa calidad poética a sus composiciones.
 
En 1863, cuando ya tenía 46 años, su hija le regala su primera cámara fotográfica. Así empieza para esta aristócrata ociosa un hobbie que más adelante se transformará en su pasión.


Cameron trabajaba con una cámara de placas de 12 X 15 cm, con exposiciones de 3 a 7 minutos, lo que obligaba a sus modelos a permanecer en esa pose prolongada durante ese lapso, situación satirizada en la obra que logra los momentos más disparatados (pero realistas en la vida de la excéntrica fotógrafa que elegía a sus sirvientes por su fisonomía pensando en ellos como futuros modelos).

Retrato de Ellen Terry por Julia Cameron

Cameron explicó su intención de alinear la fotografía con el arte, escribió: "mis aspiraciones son ennoblecer la fotografía y alzarla a la categoría de Arte, combinando la realidad con la poesía y la belleza ideal".


El otro fotógrafo, el que ilustra esta nota y la completa con la fuerza de la imagen, es mi amigo Marcelo Solís. Un fotógrafo de teatro, un excelente fotógrafo de teatro. Su padre le enseñó el oficio de la iluminación teatral, y aunque es muy joven, se pasó muchas horas de su vida en la paciente vigilia de seguir paso a paso el texto teatral para dar el cambio de luces, en el momento justo, mucho antes de las consolas computarizadas. Será por eso que tiene el ojo entrenado para la lograr la toma exacta, el encuadre justo, el momento preciso que capte cada momento clave de la obra. Las instantáneas de Marcelo son el mejor antídoto ante lo efímero de un arte como el teatro, tan distinto de la pintura, del cine o la fotografía. El teatro es puro devenir, cada función es única e irrepetible. Por eso son tan tediosas la filmaciones de las representaciones teatrales, por eso son tan vivas las maravillosas instantáneas de la réflex de Marcelo que seguirán acompañando el derrotero de esta sección del blog, siempre que sea posible.

 
* Freshwater en El Tinglado Teatro (Mario Bravo 948) domingos, 20.30 hs.

2 comentarios:

  1. Eleonora... Que bella crítica!!! uno no se imagina todo lo que posee una obra de teatro, todo lo escrito en "letra chica" que tiene y no leemos y que sinembargo lo sentimos y no sabemos traducir ni verbalizar. Gracias por traducir esa "letra chica" con una poética hermosa.
    En cuanto al fotógrafo... Gracias Amiga!
    Marcelo

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  2. Querido Marcelo, todo eso que está en "letra chica" que vos decís, es lo que queda vibrando a modo de preguntas, interrogantes, curiosidades, que me exigen como espectadora seguir buscando para completar el significadode la obra.
    Gracias a vos.

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