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miércoles, 12 de diciembre de 2012

Susana Trimarco, la imagen de la dignidad

La rabia es mi vocación




"No derramé una lágrima y el corazón sigue teniendo las mismas fuerzas, que me maten si quieren para hacerme callar. Voy a dar mi vida para que ésto no quede así".
Palabras de Susana Trimarco después del fallo ignominioso del 11 de diciembre de 2012



No te conozco Susana, nunca nos cruzamos en la vida. Sin embargo tu fuerza me traspasa, me une a ese grito en las entrañas que se mantiene contenido dentro de vos para transmitirnos el rostro de la resistencia.
¿De dónde sacás tanta templanza, tanta fuerza, tanta paciencia? ¿Qué se hace con el dolor, con el horror, con la injusticia?
Criaste en estos diez años a tu nieta Sol Micaela desde el día en que Marita te la dejó para hacerse un control médico de rutina. Buscaste a tu hija en los lugares más sórdidos, te disfrazaste de prostituta, hiciste tuya la humillación de las chicas que encontraste y les diste un refugio: la Fundación María de los Ángeles.
Trataron de confundirte, te dieron pistas falsas que alimentaron tu esperanza sedienta, se apagó en el camino tu compañero de la vida, pero nunca te diste por vencida.
Hoy tu imagen nos conmueve a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que queremos justicia, verdad y paz en la Argentina y en el mundo, porque este no es un problema de nuestro país sino de toda la sociedad ciega que no quiere ver que a muchas mujeres las siguen viendo como carne que se vende, carne que se compra, carne que no es persona.

Hoy, Susana, yo me siento tu hija, tu madre, tu hermana. Estoy segura de que tu caso no quedará impune, miro con vos hacia el futuro, llena de rabia, llena de fe.
No estamos igual que hace diez años, no nos desanimemos. Tu lucha incansable hizo visible la realidad vergonzosa de la esclavitud sexual que se arrastra paralela a tantos progresos cívicos y sociales que hoy podemos festejar.
Hoy estamos hablando, debatiendo, reflexionando. Hoy todos tenemos el cuadro de Marita Verón delante de nuesto pecho como un escudo.
Como hoy es uno de esos días en que "no sé qué hacer con palabras deshabitadas", como expresa Fandermole en su "Canto versos", te regalo el canto, una canción que adoro: "Días y flores", de Silvio Rodríguez.
Ojalá yo tampoco nunca me vaya dormir indiferente. Ojalá nunca me contente con mi pedacito de mezquina felicidad, ojalá que siempre la rabia me mantenga alerta, me mantenga viva. Ojalá que la rabia por las causas justas nos mantenga unidos.

 

Días y flores, Silvio Rodríguez


Si me levanto temprano,
fresco y curado,
claro y feliz,
y te digo: «voy al bosque
para aliviarme de ti»,
sabe que dentro tengo un tesoro
que me llega a la raíz.

Si luego vuelvo cargado
con muchas flores
(mucho color)
y te las pongo en la risa,
en la ternura, en la voz,
es que he mojado en flor mi camisa
para teñir su sudor.

Pero si un día me demoro, no te impacientes,
yo volveré más tarde.
Será que a la más profunda alegría
me habrá seguido la rabia ese día,
la rabia simple del hombre silvestre,
la rabia bomba, la rabia de muerte,
la rabia imperio asesino de niños,
la rabia se me ha podrido el cariño,
la rabia madre por dios tengo frío,
la rabia es mío, eso es mío, sólo mío,
la rabia bebo pero no me mojo,
la rabia miedo a perder el manojo,
la rabia hijo zapato de tierra,
la rabia dame o te hago la guerra,
la rabia todo tiene su momento,
la rabia el grito se lo lleva el viento,
la rabia el oro sobre la conciencia,
la rabia —coño— paciencia, paciencia.

La rabia es mi vocación.

Si hay días que vuelvo cansado,
sucio de tiempo,
sin para amor,
es que regreso del mundo,
no del bosque, no del sol.
En esos días,
compañera ponte alma nueva
para mi más bella flor.

 

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