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martes, 22 de octubre de 2013

Pasaje Güemes

"El Pasaje Güemes, territorio 
ambiguo donde ya hace tanto tiempo fui a quitarme la infancia como un traje 
usado. Hacia el año veintiocho, el Pasaje Güemes era la caverna del tesoro en 
que deliciosamente se mezclaban la entrevisión del pecado y las pastillas de 
menta, donde se voceaban las ediciones vespertinas con crímenes a toda 
página y ardían las luces de la sala del subsuelo donde pasaban inalcanzables 
películas realistas.
Todavía hoy me cuesta cruzar el Pasaje Güemes sin enternecerme 
irónicamente con el recuerdo de la adolescencia al borde de la caída; la antigua 
fascinación perdura siempre, y por eso me gustaba echar a andar sin rumbo 
fijo, sabiendo que en cualquier momento entraría en la zona de las galerías 
cubiertas, donde cualquier sórdida botica polvorienta me atraía más que los 
escaparates tendidos a la insolencia de las calles abiertas." Julio Cortázar, El otro cielo



El último 17 de octubre, después del trabajo, quedé en encontrarme con Teresa, mi amiga uruguaya, en la Librería de Ávila (Alsina y Bolívar). No recordé la fecha y de pronto nos encontramos inmersas en el festejo del día, las calles cortadas y las columnas de miles de trabajadores embanderados. Con ojos de turistas emocionadas, cruzamos la plaza de fiesta y al azar salimos por la calle Florida.


Ya eran casi las 8 de la noche y los negocios estaban cerrando. De repente Teresa me preguntó: "¿Qué es eso?" 
Detrás de la fachada de una galería convencional estaba ella, la famosa galería Güemes del cuento de Cortázar... tanto la había buscado y de pronto, vino a mi encuentro.


Por suerte llevaba conmigo mi Lumix, así pude sacar estas postales de un lugar mágico, en pleno corazón de la city porteña, a unos metros de Plaza de Mayo.





El edificio donde se halla este suntuoso pasaje fue diseñado en 1915 por el arquitecto Francisco Gianotti, que también diseñó la cafetería El Molino, inspirándose en las galerías Vittorio Emmanuele de Milán.


En esta galería hubo siempre actividades comerciales y financieras, y un teatro en el subsuelo, que generalmente estaba dedicado al género picaresco. 



En los años '70 un incendio ocasionó la pérdida de la fachada de la calle Florida y los primeros metros de la galería. En su reconstrucción no se respetó el estilo arquitectónico, sino que se aprovechó para realizar oficinas. Por eso nunca antes la había encontrado.


Actualmente está fabulosamente puesta en valor, con sus molduras, sus espejos y mármoles.


Sus pequeños kioscos...


Y las imponentes claraboyas de hierro y vidrio...


Dicen que es posible subir a la torre vidriada que tiene un mirador, prometo pasar otro día más temprano, ahora que encontré ese otro cielo.

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