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lunes, 27 de febrero de 2017

Manchester by The Sea, de Kenneth Lonergan

Una tragedia de hielo


Una obra maestra. Una tragedia profundamente humana. Un guión perfecto. Actuaciones que nos hacen olvidar que lo que estamos viendo es ficción.

Esta tragedia contemporánea produce la catarsis en el espectador que se hace carne con el sufrimiento inimaginable de Lee y lo acompaña a través de una narración impecable que va hilvanando puntada por puntada, sin concesiones, años de amor, error, vacío y soledad. 

Es un film en apariencia sencillo, parecido a muchas historias filmadas sobre dramas familiares, sin embargo el uso de los flasbacks y  el manejo del tiempo narrativo  en general lo vuelven único. 

Así como la persistente metáfora del hielo.

La nieve omnipresente que Lee excava cada mañana en los cuatro edificios en los cuales hace el trabajo de mantenimiento.
Los cielos grises.
Los muelles solitarios.
Los paisajes de invierno enhebran los momentos de la vida de un hombre ordinario protagonista de hechos extraordinarios.

Es el hielo en la obra de Lonergan la gran metáfora de la verdad. Hace doler las manos, impide la ternura fácil del autoengaño, congela la pena en el freezer del alma con alfileres alrededor de la nuca. Solamente el trabajo rutinario y embrutecedor de tratar de arreglar lo que a los otros se les rompe le brinda a Lee algo de paz.

Pero nada puede borrarle de la mirada ese hielo.
El fuego, cuando aparece en la vida del protagonista, nubla la razón, rueda por el piso con violencia y desata catástrofes. 
El abrazo fraternal, la mirada incondicional de su padre, la tibieza de la mano amiga, las confidencias de su único sobrino y familiar en el mundo son el único bálsamo para curar tanto dolor y tanta culpa.


En estos tiempos de mentira viscosa y líquida, esta película de hielo, sin golpes de efecto ni concesiones sensibleras, produjo en mí un efecto purificador y esperanzador. Me hizo comprender porqué ultimamente me sublevan tanto la mentira y las salidas fáciles. No hay nada más humano que la verdad y el amor.  Ese amor que no juzga, ese que acompaña, acepta y espera.


Manchester by the sea, es una película luminosa, vivificante y necesaria como una hermosa mañana de invierno. Y por suerte quedó intocada por las mentiras y confusiones de la entrega de los Oscars, hubiera sido para ella un crimen imperdonable. 

Los premios al mejor guión y al mejor actor son más que merecidos. Siguiendo los buenos consejos de Morir en Venecia empecé a ver las películas del Oscar por esta y no me equivoqué. No se la pierdan en el cine, en la comodidad del sillón del living no les puedo asegurar que tenga el mismo efecto.


EE.UU., 2016. 135’, SAM13. De: Kenneth Lonergan. Con: Casey Affleck, Michelle Williams, Lucas Hedges.

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