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domingo, 1 de septiembre de 2013

El decálogo, de Krzysztof Kieślowski

La mirada interior

A Carolina, por las preguntas

"Si yo tuviese respuestas les  estaría diciendo a todos lo que deberían hacer para ser felices. Pero yo no sé, saber no es asunto mío. El no saber sí"
K. K.


Conocí a Kiéslowski en los 90, con "La doble vida de Verónica", y luego la Trilogía de los colores. Sabía que antes había filmado El decálogo, sabía que era una obra monumental, pero tuvieron que pasar 20 años para que todos los astros se alinearan y pudiera cumplir con el deseo de verlo completo: en primer lugar, la difusión que le dio la proyección en la TV Pública con los comentarios del juez Zaffaroni. En segundo lugar, la posibilidad de hacer un curso con la licenciada Carolina Guidice. 

No pretendo analizar, ni comentar El decálogo, una obra paradigmática del siglo XX, filmada en 1988 y estrenada en 1989, simplemente contagiar la enorme pasión que despertó en mí esta obra, desde mis más subjetivas y anárquicas razones del gusto. 

No es raro que esta obra haya surgido en Polonia, una nación atravesada por la historia del siglo XX: la exterminación nazi de lo guetos judíos, el período comunista, el surgimiento del Sindicato Solidaridad, un Papa polaco y una obra enorme como el cine de Kieslowski que nos habla del hombre, de sus dilemas éticos de hoy y de siempre, de su necesidad de ser amado. Así como también reflexiona sobre la justicia, la culpa, el peso del pasado, Dios, por supuesto... y el destino inexorable. 




El decálogo puede verse desde el capítulo 1 en adelante en orden cronológico, teniendo en cuenta el número relacionado con el mandamiento o no. De cualquier manera, a lo largo de ese recorrido de diez horas, nos iremos perdiendo en ese laberinto de historias comunes de personas comunes que viven en un gris y común edificio de cemento de Varsovia de la época marxista socialista. No importa cómo la veamos, necesitaremos regresar a los detalles, volver a los indicios para tratar de entender, para saciar la curiosidad de ver si ese personaje es el mismo que había aparecido en ese otro capítulo, descifrar una metáfora, volver a oír un texto, revisar el sentido de una mirada.


Kieslowski nos pregunta una y otra vez si vale la pena vivir esta vida, si hay algo más allá de un perro muerto, si la ciencia está lista para respondernos todas la preguntas, si podemos olvidar la culpa, si existe el perdón. 
Se ponen en juego los lazos familiares, la relación de pareja, la vocación profesional. Hay médicos, profesores y abogados que ejercen su profesión como un apostolado. Hay mujeres jóvenes insatisfechas que cruzan límites prohibidos, sedientas de amor. Hay jóvenes obsesivos y perdidos que buscan el límite del padre ausente. Hay niños con miedo que aúllan sus pesadillas en la noche. Hay cartas cerradas, secretos inconfesables y la mirada enigmática de un ángel. 




El martes pasado volví con una pregunta, una de las tantas que nos lanza Carolina a lo largo de las dos horas de clase y que muchas veces me quedan picando toda la semana: ¿Por qué Kieslowski decide empezar el Decálogo 1 con una historia tan dura, con ese golpe brutal al racionalismo del padre, a nuestro propio materialismo? ¿Por qué elegir cómo víctima a un niño lleno de amor y de vida?


Creo, simplemente, porque no hay explicación. Esa ambigüedad de la vida que solo grandes buscadores de Dios como Borges o Kiewsloski han entendido y con su obra intraducible e inabarcable nos recuerdan.
La risa y el abrazo final de los hermanos del Decálogo 10, después de tantas amargas desventuras, pareciera sugerir que en esas pequeñas coincidencias y gestos del amor fraternal podremos salvarnos.


El decálogo de Kieslowski, entre mis más amadas Razones del gusto.

7 comentarios:

  1. Excelente el cine de Kieslowski, lo vi aleatoriamente pero sus imágenes son inolvidables, como así también la música de Priesner.
    Me gustaría ver de nuevo algunas o el decálogo entero . Las que ví fueron geniales.

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    1. Sí, Daniel es una obra completa como un retablo medieval, una obra coral. Cada parte forma un todo aunque puedan verse por separado el conjunto es imponente, una verdadera catedral edificada por un hombre para el hombre.

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  2. Lili,
    Muchas gracias por la mención. En lo personal considero que El decálogo es lo mejor que hizo el director. Nos vemos en la última reunión del taller, con más preguntas (y quizás alguna respuesta, sin dudas provisoria).
    Un abrazo.
    Carolina

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  3. Perdón, pero no puedo dejar de mirar ese cuenco con quinotos, tan lindos, tibios y dorados (prometo que en breve comentaré el topic:).
    Beso, Eleonora

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    1. Ja, ja... Sí, Betina, los quinotos son "trascendentes" como el cine de K.K.
      Me llegaron de sorpresa el domingo a la hora de la siesta. Sonó el timbre... seguro que son los chicos que piden la pelota que se cae en mi jardín cuando juegan en la calle. Atiendo. ¿Quieren la pelota? Y oigo algo acerca de "los quinotos". Como no entiendo por el portero salgo y el hijo del vecino me dice del otro lado de la puerta: "Mi papá te manda estos quinotos". Fue un golpe de gracia. Hacía tanto que no sentía en mi boca este sabor a infancia de barrio. Por eso son protagonistas, los quinotos, de esta semana de Razón del gusto. Gracias por reparar en ellos.
      Un abrazo, ya se te extrañaba, Betina!

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  4. Vi solamente "No amarás" por Televisión Pública, debería ver esta obra completa. sin duda, arte sin matices, para disfrutar y abrirse a la sensibilidad que muestra el director

    te sigo
    un abrazo

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  5. Sí, Novocaíana, te receto una película por semana... como una buena medicina para los ojos y el alma. A mí me curó de tanto arte "fast food" que estamos acostumbrados a consumir. Vas a ver que una vez que termines la serie vas a querer volver a verla.
    Gracias por seguir el blog!
    Otro abrazo para vos.

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