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jueves, 18 de abril de 2013

¡Llegó la música! Alberto Ajaka

 “La cultura no existe. Lo único que existe es el gesto. Existe en el momento de existir para no existir más. ¡El gesto es ahora o nunca!”




Son pocas las obras que vi dos veces en mi vida y dos de ellas están relacionadas con Alberto Ajaka. La primera fue "Ala de criados" de Mauricio Kartún, en la que Ajaka encarnaba al criado que tan bien nos explicaba la filosofía de la "engañifa", la segunda es "¡Llegó la música!, en la que el actor nos sorprende en su solvencia como director, dramaturgo y administrador de un espacio teatral alternativo en Villa Crespo.
En ambos casos, salir llena del teatro, con esa sensación de que uno no puede guardarse sólo para sí mismo una experiencia teatral tan poderosa, me llevó a organizar con mis seres queridos la segunda vuelta.


Otra "coincidencia" se sumó a hacer más especial esta experiencia. A fin del año pasado dio la casualidad de que las dos últimas obras que eligiéramos para ver fueron "Macbeth" en el San Martín, y esta obra tan recomendada por Jorge Dubatti en esta sala off Corrientes. Fueron dos viernes consecutivos, y grande fue la sorpresa cuando vimos a Macbeth, es decir a Ajaka, yendo y viniendo por la Sala Escalada, acomodando botellas y poniendo todo en orden como dueño de casa. ¿Es? ¿No es? ¿Cómo puede estar acá si tendría que estar en el San Martín? ¿Será que este artista multifacético goza del don de la bilocación? Por timidez y por no arruinar la magia no me atreví a preguntárselo.

Llegó marzo, la visita de mi querida amiga Sandra, una cantante lírica que vive en Alemania, y por suerte pude darme el gusto de disfrutarla con ella y con Daniel, Diana y Marcelo, también relacionados con el mundo del arte, la música y el teatro.
Para gozar de ¡Llegó la música!, tuvimos que aventurarnos hasta una vieja casa del barrio de Villa Crespo, en Remedios de Escalada de San Martín 332, a una cuadra de Juan B. Justo y Warnes. Una cuadra adoquinada, sin restaurantes ni comercios. Golpeamos a la puerta apenas iluminada por un farolito y una simpática señorita nos recibió con la recomendación  de "cuidado con el escalón".
Las entradas, que se agotan en cada función, se reservan online por Alternativa Teatral y hay que llegar media hora antes para retirarlas y de paso aprovechar para sentarse un rato en la sala de espera donde nos convidan con un vinito. 




Luego entramos a la sala por la misma puerta por la que luego entrarían los actores, no hay tarima ni escenario, el lugar está convertido en esa sala deteriorada de algún teatro municipal, con todos los problemas demasiado conocidos de los espacios públicos argentinos relacionados con la cultura, como la postergación interminable de los trabajos de restauración edilicia, la falta de presupuesto, los problemas gremiales e institucionales. Imposible no recordar el cierre por reformas del Colón o del Teatro Municipal de Quilmes cerrado durante años, y ahora a punto de inaugurarse.




Los músicos de cámara llegan al ensayo y esperan la llegada del director, al que no conocen, tampoco al violinista invitado, un argentino radicado en Alemania. Podemos pensar que ser músico es un trabajo como cualquier otro, sin embargo están los sueños: existe la posibilidad de que unos programadores internacionales los elijan para un gira por Europa, la meca de la música clásica. 


A lo largo de cerca de dos horas esa sala se convierte en un microcosmos que reproduce las relaciones del macrocosmos que es la Argentina. 
Con un trabajo actoral impresionante en el que nadie destaca porque todos, absolutamente todos los actores, que son once,  tienen un altísimo nivel de protagonismo y excelencia, pasamos por un abanico muy variado de emociones y climas.
El individualismo y la solidaridad; la vida privada y el proyecto común; la intolerancia y la empatía; la civilización europeizante y la barbarie latinoamericana; el elitismo de la música clásica versus la cumbia de los vecinos de arriba; el éxito y el fracaso; la corrupción en todos los niveles. Y la música... El concierto para violín y orquesta de cuerdas de Shostakovich que nunca escucharemos. El bizarro director dirige y los músicos tocan sus instrumentos invisibles, pero no oímos la música sino las respiraciones agitadas, el estremecimiento del papel de las partituras, una mímica angustiosa e impotente.
El personaje del guardia de seguridad, ese hombre simple, solitario y algo tosco, paradójicamente es el que hará posible la música en el recinto, con el mínimo reproductor de su teléfono celular. En el silencio de la noche nos emocionará con el aria  "Nessum dorma" de Puccini, en una escena antológica e inolvidable.




"Llegó la música" reproduce las voces de una sociedad en estado de crisis. El gran acierto del director es no dar preponderancia a ninguna opinión. De este modo todos los espectadores nos sentimos tocados, interpelados. Entramos en una vorágine imparable, en una energía que no nos da respiro: nos reímos, lloramos, reflexionamos.
A pesar de tanto tedio, de tanta burocracia, de tanto "acá no podemos hacerlo" que tira para abajo, los músicos de "¡Llegó la música!" nos hacen soñar con las utopías y las revoluciones imposibles y nos vamos del teatro pensando que a lo mejor, si lo intentamos juntos, algo verdadero y estimulante, como esa función de teatro que acabamos de ver, pueda ser posible también fuera de la ficción.






"¡Llegó la música!", por Alberto Ajaka
 Sala Escalada
Lunes y viernes a las 21.

6 comentarios:

  1. Gracias por el comentario ! Volví a revivir la obra, que fue fantástica. Confieso que los últimos 10 o 15 minutos con las brillantes actuaciones y el ritmo de la obra, quería salir disparado del teatro. La obra no tiene desperdicio y tu comentario tampoco!

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  2. Gracias, Daniel, está bueno recuperar esas vivencias y sobretodo recomendarla para que no se la pierdan.

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  3. El texto es de Alberto Ajaka? Qué casualidad! Fellini tiene una pelicula "la orquesta de Prova" que es el mismo tema, misma puesta, pero en Italia, claro y en el 1978.

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    1. Gracias por tu comentario. La obra de Ajaka es una creación colectiva, con matices muy vernáculos, pero por su puesto que el arte existe la intertextualidad, un recurso muy usado y cómo no pensar en Fellini? Segurarmente está en esta obra de manera ímplicita, aunque ninguno de los jóvenes actores y director hayan visto la película que nombras... el arte es así.
      Saludos y gracias por pasar por Razón del GUsto.

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  4. "A lo largo de cerca de dos horas esa sala se convierte en un microcosmos que reproduce las relaciones del macrocosmos que es la Argentina." Es muy de porteño decir este tipo de cosas. Ayer la ví y me gustó mucho. Justamente me pareció muy porteña. creo que representa el macrocosmos que es Buenos Aires, por suerte Argentina es muchas otras cosas también.

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    1. Gracias, Anónimo, por hacerme ver lo centralista que es una frase como la que puse, y eso que no soy porteña!
      Mejor hubiera dicho, una estampa de lo que los medios nos hacen creer que es la Argentina.
      Otra vez gracias por tu aporte tan interesante y por tener ganas de comentar en el blog.

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